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Las secuelas ocultas del COVID-19: el martirio del superolfato
Erica tiene 46 años. Su historia reciente dice que en septiembre del 2020 tuvo coronavirus. La pasó mal, pero la enfermedad no se ensañó letalmenteVer más
con ella: en octubre tuvo el alta.Sin embargo, el virus le tenía guardado un castigo cruel en forma de secuela. Ocho meses después, huele todo al extremo y superpotenciado, lo que termina provocándole cefaleas y náuseas. Se descompone cotidianamente.
“Tengo hipersensibilidad, es insoportable”.
Fuente: Ayyy Don Este
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