Este domingo 3 de octubre se publicó algo que los medios han vuelto a llamar una “filtración” de documentos que comprometen a una serie de personalidades que han recurrido a paraísos fiscales para “evadir” el pago de impuestos.
Lo que ha sucedido en realidad, es que el Consorcio Internacional de Periodistas de Investigación ha tenido acceso a un nuevo robo de documentación privada que compromete la privacidad y seguridad de miles de personas alrededor del mundo, que buscan proteger lo que es suyo.
La primera vez que esto sucedió fue el 3 de abril de 2016, cuando la llamada filtración tuvo como víctima al despacho de abogados de Mossack Fonseca y sus decenas de miles de clientes en el caso mejor conocido como Panama Papers.
Luego hubo casos como Paradise Papers I y II, etc. Pero nunca una filtración -o, mejor dicho, un robo de información- había sido tan grande y además en un contexto tan crítico como el actual, como el de los Pandora Papers.
Para darse una idea, en el caso de WikiLeaks, en 2010, la información publicada fue comparable a 1,7GB de almacenamiento. En el caso de los Panama Papers en 2016, el Consorcio de Periodistas publicó el robo de información equivalente a 2.600GB (o 2,6 terabytes) de almacenamiento, 11,5 de documentos. Se trató del robo y la publicación de documentos confidenciales más grande de la historia hasta ese momento.
Ahora, los Pandora Papers son 2,9 de terabytes con 12 millones de documentos que incluyen emails, imágenes, hojas de cálculo, etc.
Sobre esto hubo una película que también se hizo muy conocida, protagonizada por Meryl Streep, Gary Oldman y Antonio Banderas, siguiendo la línea del Consorcio de Periodistas que apañan el ataque a la propiedad privada sin distinción alguna entre todos los afectados: The Laundromat.
Aunque es muy mala, es recomendable verla -e incluiría todas las que demonizan Wall Street- para advertir todo el prejuicio, desconocimiento, manipulación y, sobre todo, cinismo e hipocresía de la película sobre el trabajo de la planificación patrimonial internacional que muchas veces -no siempre- utiliza herramientas únicas de las jurisdicciones offshore.
Ya sin entrar en más detalles, y para no repetir y abundar en esta materia -puesto que ya se lo abordó en y desde 2016 en cada oportunidad-, son varias cosas las que The Laundromat permite decir con claridad.
Las jurisdicciones offshore tienen instrumentos legales como los trusts, fundamentalmente para preservar la privacidad de personas bajo peligro, o que requieren reducir lo más posible el peligro local sobre su patrimonio.
Los trusts son simplemente instrumentos, así como una cuchara sirve para tomar sopa. Pretender construir un caso contra las jurisdicciones offshore es como hacerlo contra una cuchara. Por supuesto que hay quienes las mal utilizan, así como siempre habrá delincuentes y criminales.
Pero no porque alguien utilice una cuchara para sacarle los ojos a su vecino se va a prohibir las cucharas, o no porque alguien utilice una cuchara para tomar sopa es un potencial asesino. En todo caso, las nuevas regulaciones hacen cada vez más difícil utilizar la privacidad con fines ilegítimos e ilegales.
Más aún, el caso tanto de los Panama Papers como Paradise Papers y el nuevo de los Pandora Papers, debería concentrarse en lo que realmente constituye: el robo de información confidencial a distintos despachos de abogados especializados en la materia.
Sí, esto puede haber descubierto los actos delincuenciales de muchos políticos alrededor del globo, pero no sólo que condenó moralmente a quienes no hicieron nada malo, que no cometieron delito alguno y que declararon la procedencia de sus fondos debidamente y antes las autoridades que corresponde, sino que también puso en riesgo la vida y patrimonio de un sinfín de personas inocentes en busca de la seguridad que no tienen donde residen.
En todo caso, si hay algo de lo que tienen que hacerse cargo los despachos privados de abogados especialistas en wealth planning o planificación patrimonial internacional, es que luego de tantos años y tanto daño que ha generado tanto robo de información confidencial muy delicada, no inviertan en la seguridad tanto de su patrimonio como el de sus clientes.
Ahora bien, el contexto y las circunstancias también son importantes. Curiosamente, el Consorcio de Periodistas se ha pasado del trabajo -de manera desapercibida por la gran generalidad de los medios- de no publicar una lista completa de personajes de la mal llamada “filtración”, porque está seleccionando a quiénes afectar y a quiénes exonerar.
Es decir, este robo no es casualidad, así como tampoco lo es el hecho de que se haya publicado en momento en que el gasto y la deuda contraída por los gobiernos alrededor del globo para encarar la pandemia del Covid-19 se han disparado a tal punto, que tienen alternativa más que la de crear nuevos y mejores chivos expiatorios para incrementar impuestos.
En la medida que pervivan las jurisdicciones con una inseguridad jurídica intolerable, con ausencia de presunción de inocencia, sin Estado de Derecho, con infinidad de impuestos y regulaciones, con gobiernos manirrotos que disparan la deuda y acumulan déficits y que a la primera de cambios devalúan la moneda nacional para financiarse con el ahorro de sus ciudadanos mediante inflación, y a pesar de tanto esfuerzo por generar estigma contra ellas, las jurisdicciones de baja tributación seguirán existiendo para beneficio incluso de quienes las injurian de manera permanente.
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