La producción del maíz, al igual que otros tantos sectores de la economía de Venezuela, se ha visto duramente golpeada por la inseguridad, la falta de combustible, la hiperinflación que dispara los costos de producción y limita el crédito, además de un monopolio estatal para la venta de insumos, que terminó colapsando entre la corrupción y el contrabando