Los Hermanos del Colegio La Salle

Es probable que más de uno de mis lectores se sorprenda con estas líneas. Pero el viaje filosófico, como lo entiendo yo, es inabarcable. Una especie de primo indisciplinado de los caminos inescrutables… Así, la primera vez que escuché hablar de Kierkegaard, fue en las aulas del Colegio La Salle, pero lo que me conmovió no fue la interpretación religiosa, sino el pudor de Abraham para mirar a su hijo, después de que estaba dispuesto a “sacrificarlo”

Ahora pienso que mi impresión, unida a la fuerza desgarradora de aquella imagen, tuvo que ver con la emoción del Hermano Julio, que media dos metros y tenía la voz de un huracán. De cualquier forma, esa mañana, sin que ninguno de los dos lo sepamos, comenzó a escribirse mi libro “Desertores”.

Con esta anécdota, que para mí fue crucial, inclusive la suerte de primo indisciplinado, se la debo a los Hermanos del Colegio La Salle…



Al elocuente Hermano Julio (Cortabitarte López) lo conocí en La Salle de Cochabamba. El único año que estuve allí. Los demás estudié en La Salle de Santa Cruz. En su caso, la estatura física era igual a la estatura intelectual. Y a la estatura moral. Para él, yo no he debido ser más que un alumno relativamente curioso. Para mí, es un inolvidable paradigma…

Pero a diferencia del Hermano Julio, que, seguramente, se quedó peregrinando entre el Olimpo y el Monte de los Olivos, el Hermano Jorge (Chicho Dajer), se parece un poco a los personajes de la literatura existencialista. No fue como Kierkegaard, que decidió alejarse de Regine Olsen. Se casó, y pasó a ser el Hermano Chicho. Y es uno más de nosotros. Igual que cuando era el Hermano Jorge. Su delicada sensibilidad le alcanza para vivir en las maravillas de la tierra y en las perplejidades del Empíreo. Para mí, es un referente cotidiano de humanidad…

El Hermano Pedro (Pedro Jiménez) es inclasificable. Un parisino del Beni. Lo desborda su naturaleza estética. Actor, cantor, poeta, escritor… Y Hermano Pedro, claro. Para mí, es una figura mágica…

Al igual que Julio, el Hermano Eutiquio (Ausín Benito), vino de España. Como también el Hermano Miguel (Miguel Álvarez), al que conocí muy niño. Eutiquio se quedó definitivamente en Bolivia. Es difícil que un (una) lasallista no sepa quién es. Yo sólo quiero agregar que fue capaz de reunir el don de la sobriedad y la gracia del carisma.

Con toda el alma.




Fuente: Roberto Barbery Anaya.