Hay ciertos elementos que hacen que cualquier crimen cometido sea más pestilente, en el caso del enriquecimiento ilícito por parte del funcionario público (o cualquiera), la jactancia de la riqueza mal habida, el exhibicionismo desvergonzado de los bienes bastardos acompañado generalmente de lecciones de habilidad política y lecciones de moralina, abusando de la urbanidad y de la buena fe de sus contertulios, deberían ser considerados como agravantes de la pena, tanto como ser una promoción de la impunidad y apología del delito, como un crimen contra la paciencia y a veces, muchas veces, contra la amistad. De hecho, la cuerudez y el desparpajo llegan a veces ser percibidos como más hediondos que el crimen mismo.
Es bien sabido que el amor y el dinero no se pueden ocultar, solo que si es amor genuino, nunca puede ser mal habido mientras que el dinero, si es bien habido con esfuerzo y sacrificio, generalmente es discreto.
Fuente: Leonardo Leigue U.