“Te van a matar, Robertito, por favor…”, me decía del otro lado del alambrado Adhemar Suárez, que había corrido a mi encuentro desde el banco de suplentes de Oriente… A mis espaldas, tenía a toda la Tribuna de Preferencia del Hernando Siles, que me insultaba sin tregua hacía más de diez minutos… Pero yo había perdido la noción del tiempo y del espacio, porque un zapatazo descontextualizado nos había puesto en ventaja… Faltaba aire, faltaba oxígeno en la cancha de 3600 metros y en mi solitaria gradería… Nos defendíamos con nueve y yo pedía desesperadamente un cambio, un cambio más…
Pero esa noche el Estado Plurinacional estaba feliz conmigo. No había ido al Canal de Televisión a comentar las noticias…
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Mis delicados lectores saben cuánto me hubiera gustado conocer personalmente a Borges… Pero quiero contarles que anoche conocí personalmente a Toninho…
Y a Hebert Hoyos.
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En 1988, con el oído interno pegado a la radio, tuve un raro episodio de laberintitis cuando terminó el partido en Asunción… Atontado, sentí que todo giraba alrededor mío, como si fuera omnipotente…
Sostengo que aquella victoria de Oriente, en el mismísimo “Defensores del Chaco”, ganando al mismísimo Olimpia (que dos años después fue Campeón de la Copa Libertadores), es el triunfo más sobresaliente de un equipo del país en el exterior, por la jerarquía del rival eliminado, por su gallarda condición de local, por el melancólico nombre del Estadio y por la notable definición del Grupo…
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Anoche fuimos con mi hijo como dos hinchas más a la Presentación del libro de Oriente. Pero la gente buena suele ser muy injusta. Sin ningún mérito, me invitaron a hablar…
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La pasamos mal en Trinidad el 2000. Fui con los otros dos Roberto Barbery de la casa – mi padre y mi hijo. No debimos llegar a los penales…
La pasamos muy bien en Cochabamba el 2001. Fuimos otra vez los tres. Con dos golazos de Castillo saldamos las cuentas y hasta nos sobró cambio para la amargura del año anterior…
Y como la gente buena suele ser muy injusta, volvimos en el avión con el equipo.
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Anoche, en la Presentación del libro, estaba Ronald Raldes, jugador del plantel que fue campeón el 2001. Hoy es Presidente de Oriente.
Y también estaba aquel Fernando Numberg que, cuando era niño, se escapa de su casa para ir al Estadio.
Y como ocurre, puntualmente, en cada una de las gestas de Oriente, estaba Choco Antelo, con todas las versiones posibles: como jugador, como dirigente y como hincha…
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Miguel Cabruja Chávez parece un arquetipo griego. Piensa, canta y escribe…
Mario Suárez Riglos, además, es geólogo y paleontólogo…
Entre los dos escribieron un libro infinito, que es solo el “Tomo I”. Resumir la gloria de Oriente Petrolero hasta 1977 es un oficio para titanes que asaltan el cielo…
Fuente: Roberto Barbery Anaya.