Sin saber cómo abordar a José María Barbieri, decidí comenzar de manera convencional, pero el diálogo otra vez fue tomando formas inesperadas…
(Yo) Buenas tardes, ¿cómo está?
(José María) Discurro, igual que vos.
(Yo) ¿Cómo sería eso?
(José María) Discurro, entre las emociones ingobernables de los sueños, y las certezas burocráticas de los días. Entre la sonrisa de lo inabarcable y el bostezo de lo previsible.
(Yo) Entonces, ¿hay algo más que el bostezo?
(José María) Bueno, hasta un escéptico como Cioran reconoce que todo es afectivo.
(Yo) Tal vez debería salir un poco más de usted mismo…
(José María) Sí, estoy tratando de ocuparme de la Historia, pero sin buen resultado…
(Yo) ¿Por qué?
(José María) Porque la Historia es un teatro de ideas teñidas de afecto. Y el (des) afecto siempre es subjetivo, ¿no?
(Yo) ¿No hay una Historia objetiva?
(José María) Bueno, en eso radica, ciertamente, el embuste. En presumir que las ideas políticas son objetivas…
(Yo) ¿El 6 de agosto de 1825 no es objetivo?
(José María) Como hecho, no como valoración…
(Yo) ¿Qué quiere decir?
(José María) Que burocráticamente es inobjetable.
(Yo) Entonces, ¿hace bostezar?
(José María) Al Mariscal Antonio José de Sucre me imagino que no. Su idea del hecho estará teñida de afecto, ¿no? Al Malku Felipe Quispe, más que bostezo, le provocaba una rebeldía inmensa…
(Yo) ¿Algo parecido tendría que ocurrir en los gobiernos de ideas indianistas?
(José María) No, porque al ser gobierno, ya son Poder. Eso quiere decir que del afecto van pasando gradualmente a la burocracia. Del sentimiento a la caricatura.
(Yo) Caricatura… ¿Para qué?
(José María) Para conservar el Poder.
(Yo) Eso ya no es romántico…
(José María) No, porque ya está desteñido de afecto, lo que nos hace volver al principio de esta conversación…
(Yo) ¿Cómo es eso?
(José María) Estoy igual que vos. Discurro, entre las emociones ingobernables de los sueños, y las certezas burocráticas de los días.
Fuente: Roberto Barbery Anaya.