La muerte exagerada de Pedro

“Todo lo exagerado es insignificante” Es un adagio de la filosofía estoica, que aquí nos sirve para dejar en evidencia la falta de jerarquía de la muerte, cuando se enfrenta a seres humanos como Pedro Jiménez… Debió hacer una excepción. La muerte debió hacer una excepción para no perder jerarquía…

Quizá por ello escribí, el 22 de abril en este Muro, algo que ahora parece tener un eco profético:

“Hay una versión que sostiene que Prometeo, a causa del dolor, se aplasta cada vez más sobre la roca, hasta llegar a confundirse en un todo con ésta; ¿no es una metáfora perfecta?, ¿no es lo que en definitiva nos espera, sin excepción?”



¿Por qué profético? Porque Pedro se identificó inmediatamente con el texto en su comentario…

La historia con h minúscula de nuestra amistad (la Historia con H mayúscula es para los azares de la Política y de sus pueblos) es noble y singular – sobre todo por el aporte maravilloso de Pedro, claro…

Con el Hermano Pedro, nos conocimos el año 1982, en La Salle de Cochabamba, cuando yo cursaba tercero medio. Mi emoción con La Salle es exagerada: la Promoción 83, para mí, está en las dos ciudades: aquí, con los amigos que hice para toda la vida en 11 años, allí, con los amigos que hice para toda la vida en 1 año.

Pedro era un arquetipo distinto para mis ojos de 16 años: escribía, cantaba, recitaba, actuaba. Tenía demasiados talentos para impresionarme, sin necesidad de insistir en su vocación religiosa.

En 1983, volví a cursar el último año de bachillerato, con mis compañeros de Santa Cruz, y no lo vi hasta el año 2004, en La Salle de La Paz (otro capítulo lasallista de mi vida), cuando mi hija, Verita, no quiso seguir en el colegio en el que estaba. Le faltaban cuatro años, y fui a ver al Hermano Pedro, que la recibió con la misma sonrisa de 1982.

En La Paz también viví un tiempo precioso. Allí, además de compartir mucho con Pedro, conocí al Rector de la Universidad Católica, el Hermano de La Salle Luis Antonio Boza, quien me honró varias veces como expositor de diversos temas y como parte de los tribunales examinadores de grado.

El año 2012, cuando vivía en Montevideo, y el Hermano Luis Antonio, era Director de La Salle de Santa Cruz, se gestó el Premio Excélsior, para destacar a los ex alumnos más sobresalientes del Colegio. Tengo la convicción íntima de que los Hermanos Pedro Jiménez, Jorge Dájer y Luis Antonio Boza, en forma conjunta con los organizadores, los amigos de la Promoción 87, a la cabeza de Eduardo James Tejerina, fueron los duendes de la trama generosa que tuvo como resultado que me otorgaran aquel premio, en su primera versión…

El tiempo en La Paz, con la Verita de la foto, como noble pretexto, fue el tiempo en el que más compartí con Pedro. Allí me invitó a escribir en su libro tan sensible: “Cómo me vieron tus ojos”. Yo puse en letras que lo veía como una especie de criatura inabarcable, que escribía, recitaba, cantaba y actuaba, igual que en 1982…

Lo vi, personalmente, por última vez, el año 2017, en La Paz. La foto de abajo, en la que estoy sonriendo conmovido, es un testimonio de ese momento imborrable. Pero nunca dejamos de llamarnos y de escribirnos. La última nota que me envió fue hace dos semanas. Viene acompañada de un video en el que interpreta magistralmente una famosa canción en francés – ¡Qué bueno que la pueda compartir en la siguiente publicación que haré!

Pedro se fue dejando constancia de su presencia en forma oportuna, igual que siempre. Ayer, mientras festejábamos otra victoria en el campeonato de fútbol de ex alumnos, que nos deja como líderes en la tabla de posiciones, se acercó en forma delicada el Hermano Cimar Jesús Rocha, actual Director del Colegio, para comunicarme su adiós…

La muerte de Pedro es una agresión exagerada para mí – se llevará inclusive la jerarquía de sus “likes” y de sus “comentarios” en este Muro. Pero me queda la vaga melancolía de presentir que es insignificante.



Fuente: Roberto Barbery Anaya.