La paradoja

Anoche me dormí pensando en una idea de Wilde: “Cada vez que Dios quiere castigarnos escucha nuestras plegarias”

Hoy me levanté y fui al Café de siempre, entre Córdoba y Uruguay, buscando molestar con mi incertidumbre a José María Barbieri. Lo encontré releyendo a Borges. Comparto nuestro diálogo.

(Yo) ¿Por qué le gusta releer a Wilde?



(José María) Por su felicidad para urdir paradojas. Ya hemos conversado, por ejemplo, sobre aquella tan aguda: “Sólo hay dos problemas en la vida: no conseguir lo que uno se propone y conseguirlo”

(Yo) Bueno, creo que recién acabo de entender que “Cada vez que Dios quiere castigarnos escucha nuestras plegarias”

(José María) Borges tiene un genio parecido, aunque menos festivo. Melancólico. Se pueden dar una infinitud de ejemplos. Por hoy me quedo con la paradoja de que “sólo es nuestro lo que perdimos” “No hay otros paraísos que los paraísos perdidos”

(Yo) Caramba… ¿Y la paradoja en Camus?

(José María) Es distinta porque es heroica. Se trata de la paradoja de un luchador, que salió de la pobreza de Argel para ganar un Premio Nobel. Por ejemplo: “Sólo importa la verdad y llamo verdad a lo que continúa”

(Yo) ¿Y la paradoja en Nietzsche?

(José María) Es traviesa. Por ejemplo: “No basta tener talento, es necesario el permiso para tenerlo; ¿no es eso, amigos míos?”

(Yo) ¿Y en Sábato?

(José María) Es pedagógica. Suele tener una finalidad Política. Por ejemplo: “Cada vez que los teóricos invocan al hombre con H mayúscula hay que ponerse a temblar; o guillotinan a miles de hombres con minúscula o los torturan en campos de concentración”

(Yo) ¿Y en Fernando Savater?

(José María) Es una mezcla de Nietzsche y Sábato.

(Yo) Por ejemplo…

(José María) “En lo de ser irremediablemente diferentes, en eso sí que nos parecemos todos”

Fuente: Roberto Barbery Anaya.