Termina uno y se planifica el siguiente y el capitán del barco es don Miguel Ángel Villavicencio Shiriqui, un beniano que vive un Mundial distinto, aún más feliz, aún más entusiasta tras aquel episodio difícil que vivió en 2020 tras safar del COVID que lo llevó a estar intubado por más 40 días y en recuperación por meses aprendiendo de nuevo a caminar. Su aventura arrancó en USA 94 cuando Bolivia inauguró aquella Copa del Mundo -«fue inolvidable», dice- y desde Alemania 2006 pasando por Sudáfrica 2010, Brasil 2014, Rusia 2018 y ahora Catar 2022 lo acompañan sus hijos Miguel y Daniel. Él suma seis y sus hijos cinco.
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De verdad, son unos locos por el Mundial. Ahorros, ruta de los partidos a ver y luego pugna plena por las entradas a través de los canales de FIFA. Daniel, el menor de los hijos, es el ‘cibernauta’, el que se encarga de los registros, de escudriñar las aplicaciones y de asegurar boletos y hospedaje. Es sagaz, se ubica rápido para registrar súper mercados, restaurantes, metros, buses o taxis para llegar de inmediato y a buen costo.
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Disfrutan cuando se encuentran con otros bolivianos y más aún si son benianos, como los Zambrano, Luis y ‘Carloncho’, con quienes compartieron tribuna en el Argentina – Australia del sábado con gran exhibición de Lío Messi. La emoción que irradiaban todos tras salir del estadio y volver a juntarse en el ingreso al metro, era contagiante. Don Miguel dice que solo Dios para bendecirlo, para hacerle disfrutar de estas experiencias, para darle vida para disfrutar en familia el Mundial. Narra anécdotas en cada viaje en el avión, o incluso mientras está sentado en el metro mientras retorna a su hospedaje. Entabla fácilmente conversación con los hinchas de otros países y acaba con una sonrisa la jornada tras la cena que casi siempre -por el trajín- es por la madrugada (3:00 o 4:00 AM) y hasta sabe a desayuno.
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«En el próximo ya vienen los nietos», dijo Miguel, su hijo mayor, que no solo heredó su nombre sino la pasión por el fútbol («De chico hasta me disfrazaba de Etcheverry», sonríe). En las maletas hay dos cosas que no faltan: la bandera de Bolivia y camisetas de la selección. Tienen una interesante colección de camisetas de otros países (Alemania, Suiza, etc.) que a veces intercambian luego de los partidos. Se las saben todas para cada partido, si no ficharon entradas, las consiguen en los alrededores del estadio o gracias al intercambio de charlas y experiencias con los hinchas de los demás países.
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Unos locos por el Mundial, unos locos por el fútbol. En Catar don Miguel hasta se dio el gusto de encontrar a varios jeques juntos y tomarse una foto con ellos. El quinto Mundial para los hijos y el sexto para este hombre de cabello claro, que de a poco recupera los kilos perdidos en aquel fatídico 2020 y cuyo corazón late a mil cada vez que rueda una pelota. Este año su felicidad es doble porque Libertad Real Mamoré de Beni, también ascendió. «Vamos a respaldarlo a pleno porque lo queremos ver en primera», cerró con la sonrisa que se les ve a quienes disfrutan de cerca estar en un Mundial.
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Por: Mauricio Cambará – Enviado especial
Fuente: RDC Deportes