Impresionado por la simpatía que hay en el mundo con Argentina, decidí abordar otra vez a José María Barbieri.
(Yo) ¿Le sorprende el aplauso casi unánime de los últimos días?
(José María) No, porque en realidad la simpatía no es por Argentina. Simplemente, la gente está enamorada del éxito. No se olvide que no hay nada más exitoso que el éxito…
(Yo) Pero también parece que hay empatía por Argentina…
(José María) Lo que pasa es que otra característica del éxito es el oportunismo. Se produce instantáneamente. Para demostrarlo no hay que ir lejos: basta recordar lo que se decía en el mundo cuando Argentina perdió en su debut con Arabia Saudita – incluyendo lo que se decía en Argentina, por supuesto…
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(Yo) ¿Y usted que dijo?
(José María) Eso no importa desde la perspectiva de la opinión general.
(Yo) No sea evasivo…
(José María) Lo que pasa es que mi opinión suele ser muy desubicada en todos los temas. No sirve de referencia para medir la sabiduría popular. Por ejemplo, en este caso, incurrí en la aberración de sostener que el partido con Arabia Saudita quedaría en la anécdota, que Argentina ganaría los dos partidos siguientes, que terminaría primero en su grupo y que no dejaría de ser uno de los candidatos más importantes a ganar el Título… Reconozco que, una vez más, no tuve piedad con el entusiasmo colectivo; descuide que no hay nada menos exitoso que un fracaso…
(Yo) Yo creo que usted hablaba como hincha…
(José María) No, porque cuando Francia era el amplio favorito para ganar la Final, dije que no tenía por qué importar que un argentino quiera que gane Argentina; lo que había que analizar era si Argentina tenía condiciones para ganar…
(Yo) No entiendo…
(José María) Bueno, una vez más, debo reconocer que no tuve piedad con el entusiasmo colectivo: sostuve que Francia tenía talentos individuales que eran descomunales, pero que Argentina era más homogéneo como equipo, y que, además, contaba con dos jugadores que también tenían talentos individuales descomunales (lo que pasa es que estuve casi todo el mundial renegando porque no jugaba Ángel Di María)
(Yo) ¿Le gustó la Final?
(José María) Mire, el fútbol es parte de la vida: no se merece. Ocurre. Pero las veces en las que el mérito y el éxito coinciden hay que festejar. Nos queda la íntima sensación de que nuestras ideas de justicia pueden tener algún eco en el universo. De que no todo está librado a fuerzas que son inabarcables para el ser humano…
Fuente: Roberto Barbery Anaya.