EL GOBERNADOR Y YO

EL
GOBERNADOR
Y YO…

Volvía manejando a doña Pitty desde San José de Chiquitos, donde asistí como escritor invitado al Día de la Tradición Josesana.
Hace dos años de eso.
Más de cuarenta grados en la carretera, y el viento caliente que entraba por la ventanilla.
Volvía satisfecho.
Vendí muchos libros y había aperturado la venta de muchos más en colegios josesanos.
Pero sucedió algo más.
Estaba con mi mini stand y mis libros, cuándo llegó él, y la gente no lo dejó ni comer tranquilo por saludarlo o tomarse una foto.
Era el gobernador Camacho.
Y luego…
En un rato de esos, se apartó de la mesa donde estaba y pasó a saludar a todos los presentes.
Y llegó a mi ministand.
Me saludó amable, yo le hablé sobre mis libros, sus contenidos y de las conferencias gratuitas sobre valores que doy.
Él me escuchaba atento y respetuoso.
Por mi parte…
Era la primera vez que una autoridad tan importante, un cruceño como yo, se tomaba algo de su valioso tiempo para escuchar mis palabras, toda vez que durante casi seis años toqué puertas que nunca se abrieron, visité secretarios de cultura que ni me recibieron, interrumpí clases de profocom para ser oído y visto, hablé con cientos de maestros que por respeto me compraban alguno de los cuatro libros que ofrecía, fui a instituciones de toda índole explicando un mensaje que nunca entendieron…
¿Qué buscaba yo?
Hacer saber que existía la Historia Cruceña y que debía enseñarse.
Nadie me dio pelota.
Entonces me cansé y amargado como estaba, lo dejé.
Fue por ese entonces que mamá me dijo:
– «Tené paciencia, hijo, ya te van a conocer»
Tuvieron que pasar tres años, hasta que escribí Papá el Cojudo y todo cambió.
Entonces empecé a vender miles de ejemplares y hasta me lo piratearon.
Y empezaron los reconocimientos donde iba.
Pero bueno…
Volviendo a esa tarde, en San José…
Él gobernador se interesó por mis palabras, compró mis libros, me dio unas palabras de apoyo delante de todas las personas presentes y se fue.
Fue la primera y última vez que lo vi en persona.
Eso fue un domingo por la tarde, luego volvimos de San José con doña Pitty y finalmente llegamos a mi choza.
Estaba molido, pero contento.
Dos días después, el martes por la mañana, mi hijo me envía el enlace de una publicación y me quedé frío de asombro.
Era una publicación que el gobernador Camacho hacía sobre mi persona y el trabajo que día a día hago.
Entonces, con lágrimas en los ojos, recordé las palabras de mamá que hasta entonces ya había fallecido.
– «Tené paciencia, hijo, ya te van a conocer»
Palabras sabias que de a poco se van cumpliendo.
Y bueno…
Esta mañana desperté pensando en el gobernador que me compró libros y me dio su apoyo en San José de Chiquitos, el mismo hombre que ayer fue secuestrado en democracia y llevado a punta de pistola, con la excusa de un juicio que partiendo de su impulsora la exdiputada Lidia Patty, ya es un disparate.
Desperté pensando en eso y por alguna razón, pensé en las palabras de mamá que también decía:
– «En esta vida hay que ser agradecido hijo»
Y aquí estoy.
Agradeciendo.
Y es más.
Escribo esta crónica personal para protestar, haciendo uso de mi legítimo derecho, haciendo uso de mi facultad y libertad de opinión, protestando por el abuso cometido contra una autoridad electa, el señor Gobernador del Departamento de Santa Cruz, Luis Fernando Camacho Vaca.
Y cierro esta crónica diciendo y preguntando:
– «Yo apoyo a mi Gobernador»
– ¿Y vos?

El ESCRIBIDOR.



Fuente: Párraga Jose – El ESCRIBIDOR