Es una maravilla inaudita. Por mucho entusiasmo que se ponga, el laberinto oficial es de proporciones inconcebibles. No cumple los requisitos básicos de confabulación y de sigilo… Recordemos: ¿Un golpe de Estado con millares de personas confabuladas a lo largo y ancho de un país? ¿Un golpe de Estado con el sigilo de multitudes indignadas durante 21 días?
El contrasentido de espacio y de tiempo resulta invencible.
No parece competencia de la justicia burocrática. En todo caso, el laberinto oficial, se asemeja a ciertos prodigios abominables de la imaginación, que para Borges exigen la siguiente prevención: “Esa obra era un escándalo, porque la confusión y la maravilla son operaciones propias de Dios y no de los hombres.”
Fuente: Roberto Barbery Anaya.