ALEJANDRO… El turista chileno que lo vio pidiendo limosna no lo podía creer. ¿Cómo era…

ALEJANDRO…

El turista chileno que lo vio pidiendo limosna no lo podía creer.
¿Cómo era posible que Alejandro se vea con la barba crecida, muy delgado, sucio, sin piernas y extendiendo la mano en una calle de Buenos Aires?
Pero era cierto.
Era Alejandro.
Y claro…
Alejandro tampoco la creía.
En su mente se alternaban imágenes felices de su niñez en su tierra:
Santa Cruz de la Sierra – Bolivia.
Pa que sepan:
Alejandro nació el 23 de octubre del 37′, un año antes de que otro gran cruceño llamado Germán promulgue la ley que cambiaría Bolivia para siempre: La ley de hidrocarburos y regalías petroleras.
Veran…
Alejandro medía un metro con noventa y dos centímetros y en algún momento fue escolta del ex presidente Hernan Siles Suazo.
También fue paco de tránsito en La Paz.
Pero eso fue mucho antes.
Antes de que descubra el don.
El don que el cruceño tenía:
El don de hacer reír a la gente con elegancia. «Humor blanco» lo llaman los expertos y en eso él se volvió un maestro.
Por eso…
Cuando el turista chileno lo vio en la calle pidiendo limosna, se acercó y le recordó su gloria…
Es más, comunicó el hecho a la prensa y se organizó en Chile un movimiento de ayuda para el cruceño.
En ese movimiento estaba Don Francisco, Cecilia Bolocco y su entonces marido, el presidente argentino Carlos Menem, padrino de la hija menor de Alejandro.
El cruceño recordó su gloria.
Alejandro recordó las noches inolvidables en el Festival de Viña del 93′, inolvidable su presencia el 99′.
Sus Gaviotas de Oro ganadas a punta de talento. El aplauso del público, la valoración de una sociedad culta.
Pero siempre hay un pero…
La diabetes no tuvo piedad de Alejandro.
Primero le arrancó una pierna y con el tiempo la otra.
Y si eso no fue todo, el 2001 viviendo en Buenos Aires, el famoso corralito bancario lo dejó en la calle.
El trabajo de toda una vida perdido.
Sin trabajo.
Víctima de la diabetes, sin plata y desanimado.
Así lo encontró el turista chileno.
Y entonces Chile se movilizó en su favor, en una gran Teletón donde se obtuvo prótesis para ambas piernas y algo más de diez mil doláres como para empezar de nuevo.
¡Que grande el pueblo chileno!
En Bolivia nunca se enteraron de las penas de Alejandro.
Volvió a Viña el 2004.
Pero…
Ya nada era igual para Alejandro, el trabajo escaseaba y él necesitaba medicamentos caros para combatir la diabetes que de a poco lo mataba.
Para colmo, Alejandro y su esposa fueron asaltados, justo cuando iban en vehículo a una presentación y los ladrones se llevaron el vehículo y dentro de él las prótesis de sus piernas.
No podia seguir así…
Alejandro dejó a su esposa en Chile, volvió a Argentina donde lo último que le quedaba era un pequeño departamento.
Alejandro pensaba venderlo, ir unos días a su natal Santa Cruz y luego volver a Chile.
No pudo.
El 23 abril de 2005, su corazón se rindió y murió en ese mismo departamento.
Alejandro tenía 66 años.
Alejandro se había ido.
En Chile lo lloraron como a uno de sus grandes ídolos, en Santa Cruz – Bolivia, aún le deben un homenaje:
La clásica historia de un país que no valora lo poco bueno que tiene.

…Se llamaba Alejandro Hangano Cassab, pero en el mundo del buen humor ese nombre no existe.
La historia lo recordará siempre como:
El Gran Sandi.
Gracias por tanto, Maestro.



El ESCRIBIDOR.

Fuente: Párraga Jose – El ESCRIBIDOR