El ex vicepresidente Álvaro García Linera reapareció para pedir una tregua entre evistas y arcistas, de cara a los comicios del 2025. Qananchiri –su nombre de guerra en la banda del EGTK– estaría buscando algún rol político desde su fuga en el 2019 y una eventual mediación entre las confrontadas alas del MAS podría ser su oportunidad.
Sobre la interna, García Linera opina lo obvio: que es un “suicidio político” la división, que de concurrir fragmentado a las urnas el oficialismo corre el riesgo de perder las elecciones nacionales y que deben buscarse mecanismos de unidad.
Lo novedoso es el paso que da después: sugerir un “candidato presidencial de consenso” entre los dos sectores, lo que puede implicar un tercer nombre, con un renunciamiento de Luis Arce y Evo Morales. No seremos tan suspicaces de pensar que se está auto-postulando. ¿O sí?
También es posible que Qananchiri esté pensando en Andrónico Rodríguez, que uniría el impulso de renovación generacional con la preservación de la influencia cocalera en el aparato partidario y gubernamental.
Pero el doble renunciamiento de Arce y Evo es improbable. A lo sumo, los azules podrían llegar a que Andrónico acompañe al primero como “vice de unidad”. Habría que preguntarse si una salida de Choquehuanca del binomio llevaría a Evo a aceptar una declinación a regañadientes. Después de todo, el enfrentamiento Morales-Choquehuanca es la zona más caliente de la interna.
En cualquier caso, hay un factor supremo que puede echar por tierra todos estos cálculos y especulaciones: Madame Economía, insuperable destructora de candidatos.
El modelo “social-comunitario-etcétera” funcionó (con mucho despilfarro) hasta el 2014-2015, cuando coincidieron el fin del súper-ciclo de las materias primas y el comienzo del declinio en la producción boliviana de hidrocarburos, sin nuevas exploraciones significativas. Desde entonces, el crecimiento de la deuda pública sirvió para patear el problema hacia adelante, estrategia que parece haber llegado a un nivel de agotamiento, con la acumulación de importantes problemas macroeconómicos.
Una nueva normativa de hidrocarburos, la liberación de las biotecnologías, el levantamiento de los cupos de exportación y una racionalización profunda de las empresas públicas serían parte del menú de reconducción, si quieren evitarse “Hiroshima” (la devaluación) y “Nagasaki” (el gasolinazo).
Artilugios menores, como el tipo de cambio especial para algunos sectores u otras invenciones similares que puedan salir de la galera de los magos del BCB, sólo contribuirán a la incertidumbre generalizada.
Qananchiri dice que Arce “lo está haciendo bien”, con “ajustes de rato en rato y conforme cambian las circunstancias externas”. Pero tal vez Madame Economía necesite algo más que aspirinetas.
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Fuente: Emilio Martínez – publico.bo