Las opciones de Arce

Ocuparse de la economía o hacerle los mandados judiciales a Evo. Estas son, brutalmente resumidas, las alternativas que tiene el presidente hoy en día, en medio de un agotamiento del modelo social-comunitario que ha llevado a las reservas en divisas a un punto de peligro, mientras subsiste el declive en la producción de hidrocarburos.

Si Arce quiere preservar su imagen (artificiosa) de “padre del milagro económico boliviano” de otrora, y apuntalar el relato de que “el manejo de la economía estuvo bien pero Evo se equivocó con la reelección indefinida”, tendría que dejar de perder el tiempo con la revancha por el 2019 -un asunto que sólo conviene a Morales- y concentrar sus fichas en el reajuste del modelo, en esa NEP que se vuelve cada día más imprescindible.



Como el mandatario dice combinar nociones keynesianas y marxistas en su visión, lo explicaré en el lenguaje de la segunda corriente: lo que hoy necesita Bolivia es bujarinismo, soltarle la correa al sector agrícola privado y dejarlo generar su “acumulación primitiva”, postergando la transición al socialismo para un lejano futuro o, mejor, para las calendas griegas.

En ese reajuste, es improbable que se eche mano a las “opciones nucleares”: modificaciones mayores en la política cambiaria y eliminación del subsidio a los combustibles. Pero debería actuarse en otros dos frentes fundamentales: 1) facilitar el crecimiento de las exportaciones no tradicionales, que son más elásticas y de rápida respuesta, levantando restricciones o cupos y viabilizando la introducción de biotecnologías en el agro, sobre todo de edición genética (CRISPR); y 2) congelar la creación de nuevas empresas públicas deficitarias, iniciando un proceso de transferencia de varias de las existentes a sus trabajadores y fuera del Tesoro General de la Nación.

Una política de “parches” menor a lo arriba planteado difícilmente sea suficiente para llegar en condiciones presentables a los comicios del 2025, donde Arce busca la reproducción en el poder. Lo otro, la solución por el desastre o el eventual escalamiento de una crisis económica, tendría por principal beneficiario al cocalero ex presidente, aunque algún ala radical de la oposición pueda imaginarse cosechando réditos.

Más cerca estaría la oposición, si actúa con cierta inteligencia, de controlar la Cámara de Diputados, de lograrse una nueva cartografía de circunscripciones algo más realista, con un acuerdo razonable de voto cruzado en los uninominales y montando un aparato de control electoral medianamente eficiente. Pero esa ya es otra discusión.

¿Pedimos peras al olmo esperando el retorno a una mínima racionalidad pro-mercado? Es posible, pero si la auto-preservación política de los tomadores de decisiones está de por medio, crecerán las probabilidades, aunque para eso deban desoír a otras voces, que desde el Caribe o la vieja Moscovia aconsejen un camino empedrado al infierno.

*La opinión expresada en este artículo es responsabilidad exclusiva del autor y no representa necesariamente la posición oficial de Publico.bo


Fuente: Emilio Martínez – publico.bo