La llave de la felicidad

“Asumir nuestra trivialidad no es la fuente de la desdicha: es el secreto de la felicidad.”, dijo José María Barbieri, provocando la ira de los asistentes al último Congreso de Autoayuda, que se efectúa en inmediaciones del centro financiero de la ciudad. Yo no quise darme por aludido, sin embargo, no desaproveché la oportunidad para saber algo más de esta novedad para mejorar la autoestima. Comparto el diálogo.

(Yo) ¿Qué lo inspiró a decir semejante despropósito?

(José María) Una idea de Cioran: “Si pudiéramos experimentar una voluptuosidad secreta cada vez que no se hace ningún caso de nosotros, tendríamos la llave de la felicidad.”



(Yo) ¿En qué contexto se da la ocurrencia de Cioran?

(José María) En el contexto adecuado, naturalmente… Cuando escribió eso, se encontraba rodeado de belleza natural, en Ibiza…

(Yo) ¿Cómo es eso?

(José María) Bueno, dejemos que lo explique él: “Un atardecer en Ibiza, solo frente al mar, experimenté de una forma aguda el sentimiento del absurdo del honor o, si se prefiere, de la honorabilidad”

(Yo) Qué barbaridad…

(José María) Y es impenitente. Por ejemplo, en otra página dice así: “He salido a pasear, sobre las 5, por la orilla del acantilado. Y una vez más el encanto de este paisaje ha surtido efecto. ¡Qué suerte sufrir en semejante marco! Nuestros sentimientos necesitan compensaciones, y no hay nada más triste que soportarlos en un decorado cualquiera.”

Fuente: Roberto Barbery Anaya.