Opinión Una ley la pone en peligro

Opinión 🟢 Una ley la pone en peligro
LA LIBERTAD DE EXPRESIÓN
es más que un derecho humano, es una necesidad, COMO EL AIRE QUE RESPIRAMOS

Hernán Cabrera
Página 📃 7

Desde la Declaración Universal de los Derechos Humanos, pasando por el Pacto Internacional de Derechos Políticos, Sociales y otros tratados internacionales, hasta llegar a la Constitución Política de febrero de 2009, además de la Ley de Imprenta vigente desde 1926, el Estado boliviano tiene la obligación de garantizar el derecho a la libertad de expresión y de opinión.



Ambos derechos no son exclusivos del periodismo o de los que ejercen la labor de periodista en algún medio de comunicación y redes sociales, por cuanto hoy la información se ha democratizado y el uso del micrófono de igual forma. No solo informan los canales de Tv, los periódicos, sino cientos de programas con menú variado en el Facebook, Twitter, Linkedin, etc.

El derecho a expresarse y de opinar es de todos los bolivianos y para ello hacemos uso de tantas formas de expresión que tiene la libertad: obras de teatro, películas, videos, canciones, grafittis, pinturas, poesía, cuentos, ballet, títeres, marchas, bloqueos y ahora, gracias a la tecnología, tenemos en la mano el mundo y desde el aparato celular nos informamos, compartimos, también producimos noticias, denunciamos, criticamos, nos alegramos y fiscalizamos a los que están de forma pasajera en algún cargo del Estado, así como ha sucedido varias veces.

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Gracias a las redes sociales es que el ciudadano es protagonista y denunció algún hecho ilegal, abuso, atropello, peleas o actos de corrupción del policía, del fiscal, del juez o de algún funcionario público. El mundo en tus cinco dedos y frente a tus ojos. Cualquier hecho que pase en Pekin, a los segundos ya es parte de nuestras conversaciones y agenda. Somos productores, consumidores y enlaces de comunicación y de información de todo calibre. Ejercemos de forma amplia esas ganas de expresarnos, de trascender y de hacernos escuchar.

Es que precisamente, el hombre y la mujer del poder, tienen miedo que algún ciudadano esté listo con el celular para captar un suceso y luego sea viralizado, más aún si ese hecho conlleva la comisión de irregularidades, disputas, insultos o algo que no le gusta al poder. Pues, es mejor controlar a esos curiosos e impertinentes ciudadanos del celular.

La libre expresión y el derecho a la opinión se han enraizado en las sociedades y en los individuos, con tal fuerza y convicción, que limitar o bloquear esas dimensiones del ser humano, sería comparable a atentar contra la vida misma. Hoy el ser humano se va definiendo y realizándose en la medida que va expresándose, desde aspectos cotidianos hasta fijar una posición u opinar de un tema candente y de importancia.

Las extensiones del ser humano han encontrado en los logros tecnológicos de la modernidad su mejor carta de presentación y su radio de acción. No otra cosa significan las enormes y creativas posibilidades que ofrecen y concretan las redes sociales del Facebook, Twitter, Instagram y otras. Las redes sociales ya son parte del diario vivir de la humanidad. Que también son usadas para delinquir, insultar, descalificar no solo a los políticos, sino entre ciudadanos vs. ciudadanos.

Pero se cierne un serio peligro a que siga fluyendo la libre expresión de ideas, pensamientos, sentimientos, broncas, alegrías, penas, logros, fracasos, denuncias, gritos de los usuarios de las redes sociales. ¿Por qué?

Porque está en carpeta de discusión el “Proyecto de Ley que regula y sanciona el uso indebido de las redes sociales en todo el territorio del Estado Plurinacional, PL 304/22-23”, que contempla diez artículos y disposición transitoria, en la cual se crean nuevos delitos con el objetivo de controlar y censurar el derecho a la libertad de expresión y de opinión que tenemos los más de diez millones de bolivianos, quienes serán perseguidos y observados por el Patrullaje Cibernético de la Policía, que tendrá enorme poder para sus actividades.

El japonés Yoko Ogawa en su libro “La policía de la memoria” nos habla de ese monstruo que el poder engendra: la Policía Cibernética, con el único objetivo de acallar las voces, silenciar los gritos de libertad, controlar los sentimientos de los ciudadanos y censurar el malestar y las protestas, que se viabilizan con el ejercicio de la libertad de expresión, vía medios de comunicación y todo ese universo de plataformas que el internet nos pone a nuestra disposición.

¿Esto persigue el proyecto de Ley 304, que los bolivianos nos autocensuremos, nos callemos, andemos tuertos y dejar pasar los abusos, las violaciones a los derechos humanos, los actos de corrupción, las irregularidades, las burlas, la negligencia, las mafias de los que ejercen el poder en cualquier órgano del Estado?

Ojo que esta ley no sólo es para seguir intentando controlar a los medios de prensa, sino es para el conjunto de los ciudadanos que tienen acceso a las redes sociales, que desde el nombre está mal planteado: “Ley que regula y sanciona el uso INDEBIDO de las redes sociales”.

La libertad de expresión es más que un derecho humano, es una necesidad, así como el aire que respiramos, el agua que tomamos. En democracia hemos aprendido a amar nuestras libertades y a defenderlas.

Fuente: Ayyy Don Este