El desafío de comenzar a pensar en un nuevo país

Gonzalo “Goni” Sánchez de Lozada ha causado revuelo político en Bolivia a sus 93 años de edad, desde el exilio y luego de 20 años de silencio. Lo curioso es que la reacción tanto del oficialismo como de la oposoción, ha sido la misma. Se han apresurado en descalificar la propuesta solamente porque viene del ex presidente, y no se han atrevido a leer el documento de apenas 30 páginas para rescatar unas ideas o rechazar otras.

Más allá de lo que Sánchez de Lozada ha planteado concretamente, descalificar su propuesta de Constitución sólo porque la plantea él, y además sin refutar y mucho menos plantear alternativa superior, habla de la pobreza de la clase política e intelectual del país, y explica su profunda crisis y gran parte de las causas de su subdesarrollo.

Sánchez de Lozada apenas ha presentado una idea, pero eso ha bastado para que tanto el régimen de Arce como el MAS y la oposición funcional se encuentren al borde de una embolia. Sucede pues que el MAS rechaza a Sánchez de Lozada porque es el hombre de paja al que se le ha endilgado todo mal posible en su ausencia, mientras los opositores le hacen eco tanto a Arce como a Morales o simplemente se llaman al silencio, porque en un solo día el expresidente hizo una propuesta mejor elaborada y con más visión que la que ellos han podido hacer nunca.

Ahora bien, lo más importante a destacar es que, así como advirtió en 2003, cuando dijo que buscaban derrocar su gobierno porque así querían crear “un nuevo autoritarismo, una nueva dictadura que enfrentó región con región, clase con clase, etnia con etnia”, y luego el tiempo demostró que tenía la razón, hoy Sánchez de Lozada propone una nueva Constitución porque entiende que el desafío de la crisis que hay que asumir hoy en el país tiene esa magnitud. No vaya a ser que haya que dejar pasar el tiempo para terminar cayendo en cuenta de que hoy también tiene razón.

Entonces, siendo que no es perfecta (nada lo es) ni novedosa (él mismo lo ha reconocido así), lo primero a rescatar de La Constitución de Todos de Goni es que su objetivo fundamental es restituir la República de Bolivia y, por tanto, el Estado de Derecho y la democracia representativa con inspiración liberal. Esta es la línea, el horizonte, la visión que sugiere seguir a quienes eventualmente alcancen el poder.

Asimismo, es importante reconocer que a los cruceños la propuesta les ha caído como un baldazo de agua fría porque con ella Goni desconoce las autonomías departamentales y la figura del gobernador, para mantener el esquema de municipalidades que él planteó ya con la Participación Popular. ¿Es que quién en su sano juicio, un liberal como Sánchez de Lozada, se le podría ocurrir echar por tierra lo avanzado por el pueblo cruceño al tener la posibilidad de elegir a su propio gobernador? 

Sin embargo, yo plantearía la siguiente interrogante y desafío para las aspiraciones de Santa Cruz: ¿y si las gobernaciones no hubieran servido para otra cosa más que para re-centralizar toda la descentralización que ya se había alcanzado con la municipalización del país? De hecho, las gobernaciones se convirtieron en un instrumento de pugna de poder presupuestaria que ha estancado al país en el sentido de quién gasta más, si las gobernaciones o el gobierno central. Es que las dimensiones que la gobernación cruceña ha alcanzado son igualmente cuestionables como las del gobierno central.

Es comprensible que hoy Santa Cruz cuestione la postura de Sánchez de Lozada y no se detenga a reflexionar si el problema es “el Estado central” o el Estado en sí mismo. ¿Qué sentido tiene simplemente trasladar algunas atribuciones y competencias del gobierno central hacia las gobernaciones, si van a seguir en manos del Estado? Sin duda, es más que deseable que algunas competencias del gobierno central pasen a los gobiernos departamentales, pero ciertamente es mucho mejor trasladarlas hasta el nivel de las alcaldías. Es decir, ¿qué sentido tiene departamentalizar el gasto público en vez de plantearse si es deseable siquiera que el Estado tenga determinadas facultades para gastar?

En otras palabras, si Santa Cruz realmente quiere libertad para su ciudadanía, su objetivo debe ser discutir qué atribuciones y competencias sobre la economía considera que se le debe delegar al Estado en cualquiera de sus niveles político administrativos, y por qué no deberían estar cargo de ellas la empresa privada en condiciones de libre competencia.

Ese es un ejemplo de las reflexiones a las que Gonzalo Sánchez de Lozada ha invitado a discutir en el país, porque probablemente lo ve perdido, sin norte, confundido respecto de lo que sucede y por dónde hay que comenzar a trabajar para rescatarlo. No se puede desaprovechar oportunidades como esta.

¿Es que acaso nadie se da cuenta de que luego de que el país siga hundiéndose a corto plazo, una nueva Constitución de corte liberal permitiría encontrar el mejor momento posible para volver a invertir de lleno en el país, no sólo porque permitiría acelerar el camino de la recuperación en el corto plazo, sino porque además permitiría elaborar proyecciones ambiciosas de largo plazo? ¿No invertiría nadie en Argentina si ganara Javier Milei, por ejemplo?

En lo personal, además de que se agradece que Goni haya reducido los 411 artículos de la actual CPE a sólo 194 en la suya, el artículo que más me ha gustado ha sido el 134, por medio del cual el Banco Central de Bolivia no está obligado, sino que solamente “tiene a su cargo defender el valor de la moneda”, y además no especifica la moneda de la que habla. Es decir, tal vez por error de omisión, deja la puerta legal abierta a la posibilidad de dolarizar la economía si fuera necesario -que sí, desde luego- de una vez y por todas al estilo salvadoreño, panameño o ecuatoriano, con todo lo que aquello implica para la prosperidad de largo plazo en el país.

Manos a la obra.

Sánchez de Lozada desafía al régimen de Arce y la oposición con una nueva Constitución

Mauricio Ríos García