SI
CHOQUEHUANCA
SUPIERA…
Volvía a mi choza la otra anoche, pedaleando feliz me trasladaba en mi hermosa bici Elena.
En mis oídos «You are my inspiration» de Chicago tronaba en los audífonos.
Y de pronto…
Elay.
No vi el hueco.
Bororón, ¡al suelo el camba!
Bici y todo.
Sentí que me golpeaba la cabeza y todo se hizo oscuro.
Desperté y fue raro.
Era de día, habían cerros por todos lados.
Desconcertado vi a varios collas, todos parecidos a los ponchos rojos.
No entendía nada.
De pronto, un barbudo vestido con una especie de túnica de lana gruesa me dijo:
– Ostias, ¡tremendo golpe te has dado!
Lo miré sin comprender.
– ¿Donde estoy?
– ¿Quién es usted?
– ¿Y mi bici?
-pregunté alarmado, buscando a Elena.
El barbudo sonrió.
– Estás en Cajamarca.
-dijo él.
Cajamarca…
Mi mente voló, buscaba mis archivos históricos.
¡Cajamarca!
«La ciudad donde Atahuallpa fue tomado preso por ciento sesenta y ocho españoles y algunos indígenas, en noviembre de 1.532.»
-pensé rapidingo.
– ¿Que diablos hago yo aquí?
-dije asustado.
Entonces el barbudo me explicó que había viajado en el tiempo, pero que volvería a mi época en breve.
Me fui tranquilizando.
– ¿Está Francisco Pizarro aquí?
– ¿Está Atahuallpa?
-pregunté con mi habitual curiosidad periodística.
– Don Francisco sí, Atahuallpa no; el indio fue ejecutado ayer.
-dijo el barbudo.
Ante mi cara de asombro, el barbudo me contó que Atahuallpa estuvo preso un tiempo y que se le permitió seguir administrando el imperio, que aprendió a leer y escribir en castellano y que su hermana Quispe Sisa, bautizada luego como Inés Huaylas Yupanqui, fue mujer de Pizarro. También me dijo que Atahuallpa se convirtió al cristianismo y fue bautizado con el nombre de Juan.
Yo estaba asombrado escuchando.
El barbudo me dijo que el último inca se llamaba en realidad Atabalipa, cuyo significado era «hombre fuerte y valiente» y que Atahuallpa, era solo un apodo que le pusieron los españoles y que significaba Atha: Nudo y Wallpa: Gallina.
Más o menos sería «gallina atada»
-dijo el barbudo.
– ¿Por qué le pusieron ese apodo?
-me animé a preguntarle.
– Bueno, es que lloraba todos los días que estuvo cautivo; pedía piedad llorando. De rodillas pedía su libertad. Lloraba y lloraba; mucho más, cuando supo que fue condenado a muerte. Parecía una gallina asustada.
-me confío el barbudo.
Iba a preguntarle más, pero sentí un golpe en la cabeza, un mareo luego, y todo se me hizo oscuro otra vez.
No sé que pasó…
Desperté tendido en la doble vía a La Guardia, era de noche y mi bici Elena estaba a mi lado.
Me levanté hecho bolsa y a duras penas pedaleé hasta mi choza.
Esta mañana desperté dolorido y revisé las noticias en el teléfono.
En esas estaba, cuando vi una foto del vice presidente Choquehuanca vestido de inca.
Entonces recordé la experiencia extrasensorial pasada.
– Sí el vice supiera…
-murmuré por lo bajo, mientras me iba al baño a hacer el chivi chivi…
El ESCRIBIDOR.
Fuente: Párraga Jose – El ESCRIBIDOR