…éramos jóvenes y sencillos; no conocíamos el sentimiento de la opulencia… Un caramelo en el kiosco del barrio alcanzaba

…éramos jóvenes y sencillos; no conocíamos el sentimiento de la opulencia… Un caramelo en el kiosco del barrio alcanzaba para entrar, sin darnos cuenta, en alguna sucursal del paraíso…

Teníamos “todo”. Pero eso incluía, desapercibidamente, la ansiedad del futuro; en cada uno de nosotros ya existía la pugna, todavía furtiva, entre la ingenuidad y la Cultura…



Fue así que nos volvimos Señores.

(“Recuerdos”, de José María Barbieri)

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Fuente: Roberto Barbery Anaya.