SE SALVARON MIS NALGAS… Auspiciado por: #wjconsorciojuridico #widenjamesrivero Miechi…

SE
SALVARON
MIS NALGAS…

Auspiciado por:
#wjconsorciojuridico #widenjamesrivero

Miechi.
Casi, ¡por un pelo!
La dejé a doña Pitty en el Rincón del ESCRIBIDOR y me subí a un cromi para sentarme en el último asiento.
Tranquilo iba, pensando en que volveré a los caminos del señor, solo pa pedirle que se los recoja de una vez a algunos políticos.
A todos los oficialistas por pícaros y abusivos, y claro, a algunos de la oposición por panadas.
En eso pensaba, cuando escuché el ruido y sentí el golpe.
¡Pump!
Un golpe seco.
Más seco que Juan Manuel Peña.
Elay
Otro cromi le dio por detrás, al cromi donde yo iba.
Y claro.
Se bajaron los micreros.
…Y comenzaron a discutir en ese elegante lenguaje micrero, una lengua donde lo primero que se menciona es a la madre y los cuernos del otro micrero.
Y por supuesto…
Otras exquisiteces lingüísticas, propias de micreros.
Entonces me di cuenta…
Yo viajaba sentado encima de un tanque de gas.
Sí, un enorme tanque de gas ubicado debajo del último asiento, a diez centímetros del golpe.
Por supuesto.
Pudo pasar cualquier cosa con el impacto al tanque.
Pero claro…
El micrero no sabe y si sabe no le importa, porque en la lógica del micrero, él no puede perder tiempo en «pequeñeces» como esas.
¡No pasa nada!
-dice con desprecio, cuando alguien le habla del tema.
En su limitado pensar, el está pa subir la mayor cantidad de gente, él debe llenar esa lata de sardinas que conduce.
A él no le importa si los pasajeros van de pie, sentados, en bollo o como sea.
Levanta a los niños que van sentados, y se hace el opa, con el clásico «más adelante le doy su cambio».
Él sabe, el micrero sabe que lo más importante es la renta y el tiempo que le dan para llegar a la parada.
Por eso se pasa con el semáforo en rojo, alza o baja pasajeros donde le da la gana, y frena o se cruza cuando y donde quiere.
Le vale si el vehículo del frente tiene preferencia, o si el de atrás está atento.
La cosa es que el pasajero viaja sin las mínimas condiciones de seguridad, y de comodidad mejor ni hablemos.
Pero eso sí.
Como gremio son intocables y políticamente poderosos.
Son tan influyentes que hasta concejales y diputados tienen.
No entienden ni pío de lo que es gestión pública, pero ahí están:
Con su fila de asesores pagados por la gente, esa misma gente que día tras día sube a esos trastes, esos tachos mal llamados transporte público.
Algo más.
Cuando algún alcalde se anima a poner orden se oponen con todo, y siempre se salen con la suya.
Y lo peor…
La gente cree que son de servicio público, desconociendo que son un ente privado que debería emitir facturas.
Y ahí los tenemos…
Están ahí desde la década del sesenta del siglo pasado, y todo por la incapacidad municipal que hasta ahora puede implementar un servicio municipal de transporte óptimo y seguro.
Y así estamos…
En todo eso pensaba, cuando escuché…
¡Paaafff!
Volqué a ver en el momento justo, cabalingo cuando el chofér del micro donde iba, le plantó un sopapo al micrero chocador.
No puéj…
Como en cámara lenta, vi volar por el aire el asqueroso bolo de coca que el señor llevaba en la boca…
No quise más.
Me bajé al vuelo y ya en la calle, me alejé rápidingo; no sin antes tocarme esa tabla con raya que mi asiática llama «pompis», solo para comprobar, que aún seguían en su sitio después del choque…



El ESCRIBIDOR.

Fuente: Párraga Jose – El ESCRIBIDOR