EL GRAN DIRECTOR… El Salón de Actos estaba lleno. Cientos de pelaus vestidos de blanco…

EL
GRAN
DIRECTOR…

El Salón de Actos estaba lleno.
Cientos de pelaus vestidos de blanco y corbata negra hacían bulla y los profesores no podían calmarlos. Un pelau conversaba, el otro molestaba, todos se reían de algo.
Era la mañana de un 29 de abril del 2011, era la previa al magno acto.
Entonces entró él y se hizo un silencio absoluto.
El Director saludaba a todos y el que llegaba lo miraba con afecto, respeto y admiración.
Pero…
Nadie percibía la inmensa pena que el hombre sentía.
Nadie podía notarlo.
Y ahí estaba él. Vestido completamente de blanco, con el cabello del mismo.
Firme y sereno, imponiendo presencia y respeto entre todos, sin necesidad de gritar.
Algo parecido a lo que hacía en la cancha.
En la época del viejo Willy Bendeck.
En eso…
Llegó la promo del sesenta y tres y Guillermo Capobianco conversaba con su gran amigo Latus.
…Y llegaron los pocos bachilleres que quedaban vivos, los chicos ya ancianos de la promo del cincuenta y dos.
¡Emocionante verlos!
Mientras tanto…
El Director asistía a su último acto, un acto que se repetía cada veintinueve de abril desde el siglo pasado y aún mucho antes.
Él sabía que extrañaría de por vida esas eternas mañanas.
Entonces…
Él miró a los presentes y vio los rostros de sus maestros colegas. Vio la tristeza de quienes siempre lo apoyaron y vio la risa hipócrita de aquellos que por la espalda le daban.
Le dolió percibir eso.
Y así era…
El Director pestañeó aguantandose una lágrima escondida, pero se aguantó como hombre, porque él era un floridista y los floridistas no lloran.
Así era.
El Director se iba a casa, lo jubilaban.
Y esto sucedía porque alguien decidió que se vaya para «cumplir el reglamento».
Atrás quedaría más de la mitad de su vida, miles de anécdotas entre esas viejas paredes.
Yo lo observaba y en eso…
Alguien me habló y volteé a mirar.
Era Gonzalo Maldonado, quien sonriente me decía:
– No se olvide mencionar que «la hora cruceña es puntualidad».
¿Como olvidarlo?
El acto ya empezaba y el profe Rojas, el gran maestro de música daba las últimas instrucciones; lo apoyaba como siempre el amable y dinámico profe Orosco.
Y entonces…
El Director me hizo la señal convenida para que yo comience el Acto conmemorativo al 29 de abril.
Sí, aún recuerdo esa mañana.
Y ahora recuerdo que Guillermo Capobianco se fue primero y con él se marcharía su compañero de curso Gonzalo Maldonado y bueno…
Para estar a tono, los seguirían luego el profe Rojas y su cumpa el profe Orosco.
Dios los tenga en su gloria a los cuatro.
Sí, claro que recuerdo ese día.
Aquella mañana cuando el gran Director Luis Barrancos Álvarez dejó para siempre al viejo Nacional Florida, y desde aquella mañana el poderoso Nacional Florida…
¡Nunca más fue lo mismo!

El ESCRIBIDOR.



Fuente: Párraga Jose – El ESCRIBIDOR