¡QUE
NOCHE!
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Noche con amenaza de lluvia y un ambiente de excelencia convivencia en casa de Walter Castedo.
La música de Mario Panique con Mico Herrera de fondo y hasta yo de mosca en algún tema…
Un majau pa chuparse los dedos y unos plátanos que se pasaron de buenos.
Son cotizados esos plátanos, cuando Walter es el anfitrión.
A ver…
En una mesa estaba Armando Terceros, conversando de todo con el gran escultor David Paz, más allá, Bernardo Silva contando anécdotas de viejas tardes de radio, con Martín Ribera el federalista ex director de Radio Estación Camba.
Y yo hablando de la última canción de The Beatles con Papi Nurmberg, el eterno beatlemaniaco que ya vio a Paul en vivo varias veces.
¡Que envidia!
Mario canta un «mix» de Abracadabra, mientras Walter aparece con vasos, y botellas de refrescos. Siempre atento y amable con todos.
¡Anfitrión de lujo!
– ¿Cuando se nos fue el viejo carnaval?
-le pregunto a Papi, entre charla y charla.
– Lo perdimos en esas balaceras de la Ballivián…
-contesta en un tono nostálgico, evocando noches olvidadas de mascaritas con los Dalton, en el Caballito o el viejo Mau Mau…
Y empezamos a hablar…
Y recordamos dos canciones carnavaleras que ninguna radio ya pone, es más, los actuales radialistas ni siquiera las conocen…
– «Chabacano es mi modo de vivir, pa hacerla feliz en el carnaval… »
Y la otra:
– «Los Cachivachi han venido, a esta fiesta para enamorar, buscando a esas peladingas pa pasar todingo el carnaval…»
Entonces Papi me contó de los primeros festivales intercomparsas y nombró a sus grandes protagonistas setenteros como Oswaldo Vinchenti o Charles Suárez, solo por mencionar algunos.
Y nos pusimos melancólicos, recordando el carnaval de calle y los revolcones en el barro, un carnaval que no volverá, porque ni barro queda y los garajes ya reemplazaron al viejo carnaval de camaradería de antes.
Es más, los nuevos carnavaleros ni en el corso quieren estar y es precisamente eso lo que hay que preservar.
– «El corso es la identidad del carnaval cruceño, con el derroche y belleza de sus reinas y carros alegóricos»
-me decía Papi Nurmberg esa noche, mientras Walter Castedo traía una tortanga en homenaje al cumpleañero que según alguien dijo, «ya no sopla».
Y claro, la guitarreada y karaokeada entre bromas y buen ambiente continuaba, hasta con poesía incluida.
Y como todo acaba, al borde de la media noche todos comenzaron a irse, después de un espectacular junte con un turnero de lujo.
Gracias Walter Castedo, fue una hermosa noche bohemia…
El ESCRIBIDOR.
Fuente: Párraga Jose – El ESCRIBIDOR