El discurso de Javier Milei de la semana pasada en el Foro Económico Mundial, que anualmente se celebra en Davos, Suiza, causó remezón por la frontalidad de varios conceptos y por su encendida defensa del libre mercado como mecanismo para la reducción de la pobreza a escala global.
Esta idea concuerda con las estadísticas, que ratifican una correlación muy clara entre los buenos indicadores de desarrollo humano y el ambiente de libertad para emprender que existe en cada país.
Por supuesto, Milei también puso algo de su cuota de excentricidad y no pudo evitar el cierre con un grito de barricada, que estaba totalmente fuera de lugar en el encuentro suizo. Sería bueno recordar que las formas son casi tan importantes como el fondo (a menos que se crea que “el fin justifica los medios”) y que bajarle un cambio al narcisismo ayudaría a mejorar la imagen del mandatario argentino, incluso entre quienes le deseamos el mayor éxito en su gestión.
Estos excesos y desprolijidades suelen ofrecer un flanco para el ataque de quienes se oponen al avance del proyecto de la libertad, por lo que debería hacerse una seria corrección al respecto.
Uno de quienes se molestaron por la intervención de Milei fue el ex presidente uruguayo, José Mujica, quien lo calificó de “trágico personaje de historieta”. Sin negar el histrionismo y la sobreactuación de Milei, lo cierto es que ese mote podría ser más aplicable al propio Mujica, en modo boomerang. Hay que recordar que, no muchos años atrás, se vanagloriaba de sus atracos a entidades financieras durante su participación en la organización terrorista del MLN, diciendo que “es la cosa más linda entrar a un banco con una 45… Así todo el mundo te respeta”.
Es el mismo personaje que hizo famosa la frase “como te digo una cosa te digo la otra”, que caracteriza a sus vaivenes cantinflescos en lo discursivo.
Mujica también se lanzó a una batalla semántica por el término “libertario”, recordando su paso por una sociedad estudiantil de línea anarquista a mediados del siglo pasado. Reclamó para el anarcosindicalismo la exclusividad del término, obviando que el mismo se viene usando por el anarcocapitalismo y el minarquismo desde hace muchas décadas, y que no se trata de alguna ocurrencia reciente de Milei o de sus seguidores.
Existe una larga historia de divergencias, pero también de ocasionales encuentros, entre los partidarios de un mutualismo autogestionario y los impulsores de una economía libre sin Estado. Algo que puede generar cortocircuitos ideológicos a ambos lados de “la grieta”. Para quienes se interesen por estas herejías, recomiendo la lectura de la obra de Samuel Konkin, autodenominado “libertario de izquierda” y propulsor de la contraeconomía o agorismo.
Fuente: Emilio Martínez – publico.bo