NUNCA
MÁS…
Doce y diez del medio día sobre la calle Ingavi, entre Independencia y Velasco.
Un delicioso asadito en el snack «Recreo Juvenil».
Y a esperar…
A diez metros, don Gabriel Dabdoub sale de su oficina y nos mira sonriendo con cara de pícaro.
– ¿Esperando a las peladas?
Nosotros sonreímos hechos los opas.
Don Gaby sonríe, apura el paso y se aleja.
En la esquina, en la foto Nirka hay cuatro cambas opeando, miran las fotos colgadas en la pared, gente que ni conocen, pero las miran igual.
Es medio día…
Bocinazos por doquier y aparece Mosito.
Nos vamos a la Velasco, donde don Domingo abre el portón del Finot y salen ellas.
Ellas, bonitas como siempre.
Sale Peneca y nos mira aburrido.
Don Domingo le dice algo y también se va…
Y nosotros al frente, esperando.
Y están ellas, con los mandiles blancos manchados con tinta.
Una sin fustán provoca el espanto de una vieja que pasa.
– «Mirá se le ve todo»
-le dice a la gorda que la acompaña.
No falta la que se acerca con su cuaderno.
– ¿Me llenás mi slam?
Y entonces, en cada hoja una pregunta, ¿nombre?, ¿apellido?, ¿apodo?, ¿que te gusta?, ¿que perfume usas?.
Y no faltaba la que nos entregaba una invitación a sus quince, el sábado.
Infaltable el salpicón y la presencia de Grillo animando el buri.
Charlas aquí, risas más allá y las motos infaltables de Koki Murillo y del Cholo Tony que observaban con ojos de águila.
Viejos cazadores, maestros del pirañee.
– ¿Vamos pal Cardenal? -decia alguien.
– No, ya es tarde y no vamos a llegar a la salida, mejor vamos mañana, pero al Uboldi. -respondía el camba.
– Nica, madre Anchila me dio un palazo la otra vez -decía el otro.
Y las peladas ya se iban. Era hora de irse a la Ingavi.
Y se abría el portón.
Aparecía Rosita con sus crespos y su mirada de Diablo que asustaba.
Y empezaba el mismo ritual de antes.
Nosotros al frente y Koki Murillo estacionaba su moto, mostrando sus botas texanas recien lustradingas, brutales gafas y el cerquillo flameando, en una abierta competencia con la ninja deportiva del Cholo Tony y su recorte gallo.
– ¿Dame tinto? -la voz de Mosito de aquí pa allá con su cuadernigo doblado en el bolsillo trasero de su pantalón, un tesoro donde estaban los números telefónicos de las peladas más lindas del Santa Ana…
Si, era medio día en la Ingavi.
Hora de la salida.
Hora del pirañee…
Fuente: Párraga Jose – El ESCRIBIDOR