NO
LO
CONOZCO…
– «No es funcionario»
– «Es peligroso, nosotros lo denunciamos»
-escuchó decir el hombre y le pareció increíble.
Entonces entendió lo que le decían sus amigos.
Recién entendió que jugar con él diablo lleva el riesgo de quemarse.
Mucho tiempo antes…
Él se movía entre diputados, senadores y políticos de menor rango.
Pero ahora…
Ya no lo conocían.
En eso pensaba cuando le pusieron las esposas.
Con una mezcla de decepción y asombro, sintió el frío y duro metal en sus muñecas.
Era inevitable.
Se había convertido en un delincuente.
Y todo porque alguien de peso político le propuso un negocio.
Solo tenía que ofrecer pegas a quien lo necesite.
Un servicio social.
Pero claro, nada es gratis.
El ganaría una pequeña comisión por eso. Él tenía que hacer los cobros sin emitir factura, base principal de la corrupción institucional.
Él sabía como funciona, lo fue aprendiendo de a poco.
– » Si te dejas pillar, no te conocemos».
Fue lo primero que la casta mafiosa le advirtió.
Y así…
Poco a poco, vio que el perfecto sistema de la corrupción institucional tiene códigos.
El primero, es despiadadamente simple:
«Los de arriba, los que deciden, los jefes no caen. Ellos no deben aparecer involucrados».
Pero claro…
El necesitaba el dinero y cedió a la tentación de lo fácil.
Y en ese ambiente de gente podrida pero bien vestida, ni siquiera notó cuando se volvió cínico.
Tan cínico y mentiroso, igualingo a los mafiosos políticos con quienes se relacionaba.
Y ahí estaba ahora.
En eso pensaba, cuando lo llevaban a Palmasola.
¿Cuanta vergüenza sentía?
Solo Dios y su conciencia lo sabían.
Entonces sintió las lágrimas, pero ya era demasiado tarde.
Era un delincuente para la opinión pública.
Mientras tanto…
Sus amigos diputados y senadores, eventuales asambleístas, destacados periodistas y uno que otro concejal con quienes churrasqueaba y jugaba fútbol de vez en cuando…
Ellos, los mismos a quienes saludaba en los pasillos y actos públicos…
¡Ya no lo conocían!
El ESCRIBIDOR.
Fuente: Párraga Jose – El ESCRIBIDOR