Diario de sueños: “Lo bueno, si breve….”

Alfredo Rodríguez Peña*
“Lo bueno, si breve, dos veces bueno”, decía el sacerdote jesuita y escritor español Baltasar Gracián, quien forjó un estilo construido a partir de sentencias breves, denso, concentrado y polisémico, en el que domina el juego de palabras y las asociaciones ingeniosas entre estas y las ideas.
Ahora, si aquello bueno y breve es además profundo, lúdico y conmovedor, vamos a aterrizar en el universo literario onírico e hiperrealista de Emilio Martínez Cardona, el autor uruguayo-boliviano que esta noche nos hace partícipes de la gestación de un nuevo vástago: “Diarios de Sueños”.
Se trata de una obra que trae, inevitablemente a la memoria, la maestría de los grandes cultores de la síntesis como Augusto Monterroso y su mítico microcuento del dinosaurio, en el que apenas con siete palabras logra una atmósfera, una intriga, una interrogación brillantemente enunciadas en una oración que sugieren un mundo: ¿quién despertó? ¿qué hacía allí? ¿qué pasará ahora?
O a Ernest Hemingway, quien, con una palabra menos, logra atravesar el corazón de cualquier lector con aquel espeluznante relato cuya crudeza da vueltas en mi cabeza nuevamente, desde que Emilio me invitó a sentarme aquí a su lado: “For sale: Baby shoes, never worn”.
La brevedad en el relato no es nueva, es inherente al hombre y de ello hay registro en muchos lugares. Los primeros legados del intento de nuestros ancestros por plasmar su mundo pueden rastrearse hasta las pinturas rupestres de Mataral, a pocos kilómetros de donde Emilio mora en la actualidad; en Santiago de Chiquitos, o en Piedra Marcada, allá en Lomerío, solo por citar algunas de las referencia más inmediatas y más locales de aquellos esfuerzos, donde la disposición y la maravillosa utilización de líneas sinuosas implican una clara narración de las faenas de caza de aquel hombre prehistórico o de su cosmovisión.
Así también, sinuosamente, Emilio nos lleva a través de su pluma por su propia, poética y polisémica percepción de la vida y de la actualidad a través de tres dimensiones: “Narremas”, “Nigromancias”, “Territorios”. Cito nuevamente:
“Traición poética
Contemplando el inmenso gris del océano cautivo, Casimiro Colque, poeta minero y terráqueo, suspira:
—No sé para qué quieren mar, si es fuente de melancolía”.
No precisa florear más Emilio para la contundencia del golpe de su pluma, para que se lleve la medalla de oro en una competencia contra sus otras facetas, la del analista y la del periodista que también es.
Pero además de la brevedad, es admirable el amplísimo registro de tópicos que el autor generosamente aborda y al cual nos tiene acostumbrado de manera transversal a lo largo de toda su obra. El de las artes amatorias, como no podría ser de otra manera, también se hace presente en esta entrega:
“Los súcubos asumen la apariencia de mujeres sensuales para extraerle a los hombres su energía vital a través del acto sexual. Aunque las leyendas más antiguas sobre estos seres se remontan al esplendor de Babilonia, se supone que están aquí desde los albores de la creación. El súcubo más célebre y el de más alta jerarquía es Lilith, que compitió con Eva por los favores de Adán en el primer jardín”.
Envidiablemente universal, Emilio nos lleva de la mano por un amplísimo territorio que de manera enigmática cabe en la palma de su mano, donde las distancias y las fronteras se diluyen para crear nuevas y sorprendentes geografías, en lúdicas y caprichosas asociaciones:
“Capítulo poco transitado en la historia de la literatura regional es el de dos autores ítalo-cruceños, Filippo Lippi y Enrico Trápano-Corgi. El primero, residente en Santa Cruz de la Sierra y Vallegrande por más de tres décadas, obsesionado con los espejos, nacido en 1895 y apuñalado mortalmente en el carnaval de 1940, no sin antes haberse ido con los enganchados al Beni. Lejano descendiente de un pintor homónimo del Quattrocento”.
No adelanto más. Solo queda felicitar, agradecer y celebrar a Emilio por esta nueva ofrenda, por esta pascana de paz, por este breve y explosivo banquete y porque la vida es demasiado breve como para no permitirnos soñar.
*Periodista y consultor en comunicación. El presente texto fue parte de la presentación de “Diario de sueños” (Editorial 3600), realizada el pasado 14 de agosto en la Biblioteca municipal de Santa Cruz de la Sierra.