El pasado 5 de octubre, en un incidente que ha conmocionado a la opinión pública, se intentó secuestrar a la hija de Evo Morales y a su madre en las puertas del colegio Spaddy de Yacuiba. La rápida intervención de ciudadanos que auxiliaron a ambas evitó que el secuestro se consumara, lo que generó la intervención de la policía. Las autoridades que llegaron al lugar confirmaron haber revisado videos grabados por transeúntes y las cámaras de seguridad del colegio, las cuales habrían registrado el intento de secuestro.
Lo que añade un giro más intrigante al caso es que, para ese entonces, Evo Morales ya tenía conocimiento de la orden de aprehensión en su contra por estupro, debido a que se le acusa de haber concebido a la niña cuando la madre era aún menor de edad. Esto plantea preguntas sobre las circunstancias que rodean el intento de secuestro.
Las investigaciones de la Diputada de CC, Luciana Campero, develaron que a pesar de la gravedad del hecho, la fiscalía no ha abierto formalmente una investigación por el secuestro, argumentando que están a la espera de que la madre presente una denuncia. Este proceder ha generado críticas, dado que el secuestro es un delito de acción pública y no debería depender de la denuncia de la víctima para iniciar una investigación.
Lo más alarmante es que, desde el incidente, tanto la madre como la niña se encuentran desaparecidas. Si bien hay rumores de que la abuela, quien enfrenta acusaciones de trata y tráfico, podría haberlas ocultado, también existe la preocupación de que los secuestradores hayan logrado su cometido horas después del fallido intento inicial.
El fiscal continúa sin abrir la causa formal, lo que lleva a preguntarse si se sigue esperando una denuncia, mientras las víctimas podrían haber sido secuestradas. La policía, por su parte, ha emitido afiches de búsqueda, declarando a la madre y a la niña en calidad de desaparecidas.
Este caso trae a la memoria la desaparición del hijo de Gabriela Zapata, donde las dudas sobre la verdadera existencia del menor se convirtieron en parte de una estrategia que permitió desviar la atención y diluir la responsabilidad. Hoy, la historia parece repetirse bajo un patrón similar. La desaparición de la madre y la niña, ambas pruebas directas de acusaciones delicadas, sugiere que se estaría utilizando nuevamente esta fórmula para evadir la justicia, desapareciendo cualquier evidencia que podría incriminar a Evo Morales. ¿Es esta una coincidencia o una táctica recurrente para protegerse de las consecuencias legales?
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Fuente: Nadia Beller