Análisis. La H Parlante
2005-2025: ¿FIN DE CICLO?
A fines del próximo año bicentenario, se recordarán dos décadas de la crucial victoria electoral del MAS-IPSP, sin duda, el punto de arranque formal del llamado Estado Plurinacional.
Es posible que dicho aniversario coincida con la crisis terminal de aquel ambicioso proyecto. ¿Ingresará Bolivia acaso en una transición?
Veamos solamente los síntomas más marcados de la crisis actual y averigüemos si es verdad que estamos presenciando la agonía del estado plurinacional o solamente una recomposición interna.
LAS PROMESAS
1. El Estado plurinacional nació con la promesa de reconciliar a la gente. Se trataba de extender un gran arco de concertación intercultural entre las bien llamadas «dos Bolivias». La Asamblea Constituyente iba a ser el lugar en donde los bolivianos de todos los colores y las sangres íbamos a ser capaces de cobijarnos. Allí tenía que firmarse un renovado pacto social, en el que, se decía, «por primera vez» los pueblos indígenas eran protagonistas (no monopólicos, pero sí, preponderantes).
2. A diferencia de Felipe Quispe, Evo Morales, junto a García Linera, iban, se supuso, a bolivianizar lo indio (el MIP, en cambio, quería indianizar Bolivia). Eso significaba que la wiphala se convirtiera en carta de unidad del altiplano, los valles y los llanos (no en vano tiene tantos colores). La apuesta era que Bolivia fuera plurinacional (no mono-nacional campesina).
3. Dados los resultados del Censo de 2001, aquel 60% de bolivianos que se autoidentificaban como indígenas, irían a ser la mayoría generosa de la que la minoría mestiza del 40% se sintiera orgullosa.
4. Una vez conquistado el núcleo del poder político por parte de aquel bloque etno-nacional-popular, la democracia florecería como nunca antes, incluyendo institucionalmente a todas sus formas plebeyas, asamblearias y comunales. Sin perder lo logrado desde 1982, Bolivia iba a ser la prueba de que, a más democracia, más diversidad, pluralismo y debate.
5. Con la expropiación estatal de la renta gasífera, el estado, al fin, se septuplicaría en tamaño, ocuparía todo el territorio, distribuiría obras y bienestar, alfabetizaría en los idiomas originarios y daría a luz a la primera generación de bolivianos plenamente educados.
LO QUE PASÓ
1. La Asamblea Constituyente fue un cuadrilátero en el que las diferencias sociales, étnicas, económicas y regionales afloraron sin cesar. El debate nacional sobre las normas que regirían nuestra convivencia ocurrió más en el edificio de la Lotería que en el teatro Gran Mariscal. Lo peor de todo fue que el MAS-IPSP, el partido que redactó el 90% del texto constitucional, fue el primero, casi se podría decir, el único en querer violarlo.
2. La identidad de los pueblos indígenas, fabricada por las autoridades y estatizada como si se tratara de un yacimiento, excluyó los valores no indígenas, que también son parte del ser boliviano (existe, aunque no crean: «y se va la primerita…»). De pronto un estado que, dijeron, había excluido a los indígenas, empezó a excluir a los no indígenas, lo cual hizo de las identidades regionales, una fortaleza. Hoy estamos culturalmente más enfrentados que antes.
3. Hoy, gran parte de la identidad indígena, estatizada por el MAS-IPSP, se ha convertido en el arsenal patrimonial de ese partido. La wiphala es cada vez más un símbolo excluyente y sectario. A su vez, la oposición anti-masista se aferra a la tricolor. Hemos ido hacia atrás en materia de interculturalidad.
4. En 2017, el MAS-IPSP, en su IX Congreso Nacional, realizado en Montero, decidió desconocer la voluntad soberana del pueblo expresada en el referéndum del 21F. Cuatro años más tarde, Evo Morales y sus hombres decidieron que las cúpulas del Pacto de Unidad (CSUTCB, interculturales y bartolinas) deben ser forzosamente militantes del partido, con lo cual subordinaron formalmente al movimiento sindical campesino a una sigla. En 2024, las dos fracciones del MAS aplaudieron a coro la supuesta «victoria» electoral de Nicolás Maduro en Venezuela.
Por todo lo dicho, el principal actor del Estado Plurinacional (el MAS-IPSP), incluso dividido como está, es confesamente antidemocrático. A su vez, el Pacto de Unidad, desdoblado, es hoy únicamente una estructura que medra del erario público.
5. En dos décadas, el MAS-IPSP construyó un modelo económico rentista gas-dependiente. El agotamiento de ese recurso natural y la fallida industrialización del litio (obra de Evo-Lucho) han puesto a Bolivia de rodillas. Chau Evonomics.
Ya no somos los mismos. Tuvieron que pasar 20 años para comprender que los bloqueos no ayudan a salir adelante y que Papá-Estado está quebrado. ¿Cómo no pensar que nos toca volver a fojas cero para repensar el país?
CONCLUSIÓN
El Estado plurinacional ya no tiene fuentes de regeneración. El plan de Evo Morales para derrocar a su sucesor designado solo le ha atraído el rechazo de la gente. Ni Lucho ni Evo tienen cara de ser la luz al final del túnel. Jamás hubo gobierno de los movimientos sociales y quizás aquel fue el menor de los males. Al sueño de una patria para todos se impuso el molde mono-partidario de Cuba o Venezuela. Fuimos víctimas de una izquierda que decidió hacerse autoritaria y solo queda ponerse de pie y echar a andar.
Ver menos
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Fuente: Mauricio Porras Periodista