Este es un tremendo oportunista. Lo vio a Samuel como el opositor favorito y se la empezó a tornear. “Es todo un súper Sayayín”, le dice, limpiándose la boca y sacándose las hilachas de entre los dientes. Oportunismo sin disimulo.
Este muchacho alérgico al trabajo es todo lo que un ser humano no debe ser. No trabaja, es malentretenido, vive (lucra) del odio, busca poder, no acumula méritos y es lleno de malas mañas y dañinos placeres.
Si Samuel deja que semejante oportunista se cuele entre su gente, aunque sea entre sus masajeadores de esferas cárnicas sostenedoras de las capacidades reproductoras masculinas, significará que no es capaz de seleccionar a los mejores y lastimará sus expectativas electorales.
Veremos si Samuel es capaz de alejarse de la sarna, de los adulones, de los oportunistas, de los torcidos y de los contaminadores de la política.
Y a esperar para ver con qué otro adulo succionador nos sorprende ahora el tornero de virilidades para buscar la forma de seguir viviendo sin trabajar.
Fuente: Pepe Pomacusi Periodista