Se hacía cola, con el quinto en la mano, para hablar desde estos teléfonos públicos. Se le hacía bulla al que tardaba. Te escuchaban todos si te estaban largando o haciendo rebotar. Se te reían si te hacías el poeta conquistador. Te aplaudían si cobrabas plata hecho el bravo a uno de esos duros que nunca pagaban. Eran otros tiempos. Hermosos. Cotas está en nuestra historia.
En los feriados me voy a nuestros pueblos con tradición. A recordar como era la vida antes, cómo la gente era más sencilla, menos apurada, más conversadora, más sonrisa fácil y más feliz.
Adivinen donde estoy. Y les regalo un quinto para una llamada.
Fuente: Pepe Pomacusi Periodista