Ese fenómeno llamado Albertina Sacaca. Hace poco en Vogue: palabras mayores, un espacio solo para grandes personajes internacionales.
Y ahora en el Día de los Muertos en México, provocando la atracción de los mexicanos, recibiendo serenatas y cariño. Y hasta vestida de Catrina.
Esta historia de una chica boliviana, indígena, de vida de carencias materiales pero nunca de carencia de sonrisas ni entusiasmo, es de película y hasta de serie de Netflix.
Empezó grabando todo con un celular barato. No llamaba la atención la calidad de sus videos sino la autenticidad de su vida. Su vitalidad, su originalidad y su indomabilidad.
Y fue creciendo. El mundo la iba descubriendo. Su historia, sus comidas, su rutina, su simpleza y su sonrisa infaltable iban seduciendo por acá y más por allá.
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Hoy es una estrella. Aparece en spots, ya no puede manejar sola su agenda, tienen que hacerlo representantes y equipos de comunicación.
Ya anda de un lado para el otro, la requieren de todas partes. Las marcas buscan ligarse a ella#, los eventos demandan su presencia, la gente quiere seguir sabiendo de ella.
Albertina aún no llegó a su techo. Ese techo se ve aún lejano. Ahora factura y es muy bueno que así sea. Ahora se anima a lucir sus encantos, que sí los tiene y es bueno que los luzca como puede hacerlo una mujer plena y segura.
Está Albertina es ya un orgullo boliviano. Una mujer que se ha construido a sí misma. Un chica que inspira, que ayuda a creer en los potenciales personales y que merece seguir creciendo.
Ya estoy esperando su serie.
Fuente: Pepe Pomacusi Periodista