Ni cobarde ni traidor. Luis Arce respetó su grito.

No huyó. No entró a prisión rendido.

Se diferenció de Evo.

Evo dijo patria o muerte.



Y a la hora de la hora se fue en un avión dejando a sus bases abandonadas.

Evo se fue llorando.

=> Recibir por Whatsapp las noticias destacadas

Arce entró a prisión gritando su inocencia y su valentía. Sin derramar una lágrima.

Entró a San Pedro como gritándole a Evo todo lo que a Evo le faltó en la hora difícil.

Entró gritando: “Aquí estoy, yo no me fui”.

Hay que reconocerle su coherencia.

Esa que no tuvo Evo.

A Evo hoy le duele que le digan “cobarde”.

Pero la vida es como el cacho: lo que se ve se anota.



Fuente: Pepe Pomacusi Periodista