Admiro a los desalmados que proclaman utopías burocráticas y a los enajenados que prometen venganzas metafísicas. Admiro a los rebaños del Estado y a los militantes del Cielo, porque su fe no retrocede ni ante el crimen flagrante, como se ha cansado de probarlo tantas veces la Historia.
Los admiro, sinceramente, porque me falta entusiasmo para vociferar consignas políticas y cantar salmos responsoriales. Los admiro, sinceramente, porque no hay peor crisis que haber perdido talento para el autoengaño. Por eso, este Elogio.
(José María Barbieri)
Fuente: Roberto Barbery Anaya.