QUE
MANERA
DE
SOÑAR
BURRERAS…
Ayer me dormí, viendo el partido entre Brasil y Argentina.
Listo.
Me dormí en el sillón de mi sala.
Y soñé…
Soñé que era un carnavalero de tradición, pero en mi sueño el carnaval era diferente.
Pa’ empezar, se elegía a la reina de la fiesta con meses de anticipación, en un concurso abierto para toda señorita que se inscriba, y no importaba si era negra, choca, flaca o gorda, rica o topona.
Y en mi sueño, la señorita elegida como reina era la que más sabía de nuestra historia, y por supuesto, debía tener conocimientos históricos sobre el carnaval y sus protagonistas.
Otra cosa rara…
En mi sueño, era prohibido la ingesta de bebidas alcohólicas, por lo tanto, no se permitía el auspicio de empresas expertas en fabricar adictos al trago.
Y en cuanto a la fiesta…
La fiesta de los tres días consistía en encuentros familiares y juegos típicos, donde los barrios y distritos competían entre sí con temas culturales de nuestra región, algo parecido a los viejos programas alemanes de «Telemach».
También se bailaba mucho y se jugaba con agua limpia.
La cosa es que el barrio ganador recibía grandes premios en dinero, premios que eran entregados por el alcalde, alguien muy querido y respetado que no faltaba en las actividades y cuando lo nombraban en su ausencia, nadie lo sílbaba, ni la gente gritaba «Revocatongo».
Que sueño más raro el mío.
Otro detalle del sueño, es que la fiesta era organizada por el departamento cultural de la alcaldía, el corso empezaba puntual a las cinco de la tarde y se desarrollaba con un paso fluido de las comparsas que hacían hermosas coreografías de baile, con el marco musical de chovenas y taquiraris.
Todo era ordenado en mi sueño y el corso concluia exactamente a la media noche, todo pensado para que la gente vuelva a descansar a sus hogares, cansados de bailar y reír sin trago.
Era bonito el carnaval en mi sueño, porque no habían borrachos que se orinaban o vomitaban en la calle, tampoco había accidentes, ni muertos por los excesos.
Todo era sana alegría.
También era visible en mi sueño, que todas las reinas usaban el tipoy original indígena, y no esos trajes colorinchis ajenos a nuestra cultura.
Así era mi sueño.
El sueño más raro de mi vida, porque para empezar, yo no suelo participar en todo eso, y hasta ahuringa me pregunto por qué lo soñé.
Ahí estaba soñando, cuando de pronto, se vacío el cielo y una catarata de agua me cayó encima y entonces desperté…
Miechi.
Estaba empapado, y ahí junto a mi sillón estaban el Gordo Rodamiento, Pata e Lápiz y Melena e trapo.
Los tres mulas de borrachos, con el balde vacío en las manos.
¡Feliz carnaval!
-gritaron en coro, con la voz ronca y una lata roja de cerveza en la mano.
Elay…
Ahí se acabó mi sueño de domingo de carnaval.
Y desde ese rato vengo aguantando la bulla que hacen bandas y pichifones con sus cumbias.
Hace rato había una pelea en la esquina, y ya pasó un borracho con un tajo en la tutuma peída.
Pero bueno…
Hoy es lunes, y mañana se acaba este chiverío.
Después le cuento.
Fuente: Párraga Jose – El ESCRIBIDOR