ENTRE HUIDAS Y «PERJUDICADAS» Era otro tiempo. Y ahí estaba. El cortejo topón que la su…

ENTRE
HUIDAS
Y
«PERJUDICADAS»

Era otro tiempo.
Y ahí estaba.
El cortejo topón que la suegra no quería.
Y ella…
Era la pelada bonita que recibía palizas, por culpa del topón que la tenía camote.
No puej…
La suegra quería un doctor o un militar de yerno.
Y claro…
A la camote le gustaba el pelau y no escuchaba razones.
¡Ti vuy hacer arder!
-le dijo doña Eleuteria, al sinfuturo cortejo de su hija una noche.
No puej…
Ella, la más acaudalada de la logia vallegrandina.
Jamás dejaría a su hija bonita, en manos del cursientingo que la frecuentaba.
Por eso…
– ¿Usted a que se dedica joven?
-le preguntó al camba la primera vez que lo vio.
– ¿Sabía que mi hija tenía un cortejo militar?
-le preguntaba al pelau topón, hecha la opa.
– «El doctor Paz está tras de esta y la burra colgada del flaco yesca.»
-se quejaba con sus vecinas la señora.
Pero…
No contaba con la astucia del camba yesca.
Andando el tiempo, Doña Eleuteria recibió la carta y luego de leerla lloraba amargamente.
– «Li vuy a partir el alma si lu encuentro…»
-decía sollozando, al saber que la hija se huyó del internado caro donde la mandó a estudiar.
Se huyó con el camba topón y ya no había vuelta. Era como llorar por la plata de COTAS, o la del Fondo Indígena.
– » A estas horas, si ese camba es como el Chiquiño Oyola, seguro que ya la «perjudicó» hartisimas veces, pero si es como el Lucho Arosquita, me quedo más tranquila…»
-murmuraba entre lágrimas, imaginando el atachó Yolanda entre la hija y el barcino.
Así era.
Las peladas se huian con el pelau cuando sus padres se oponían al romance, y cuando las pillaban o volvían, primero venía la tunda, después directingo al matriqui.
Ahí si quedaban en toco, como las cuentas de los equipos cruceños.
Y el topón que la robaba se daba del gusto, después venía el susto: Iba un par de días preso por «perjudicar» a la pelada. Nada de niños envueltos ni pajaritos preñaus.
Y después…
Al patibulo matrimonial de por vida el camba.
Así era…
Era el tiempo de las viejas camoteras con huidas de por medio.
Hace muuucho…

El ESCRIBIDOR.



Fuente: Párraga Jose – El ESCRIBIDOR