EL
SOBRINO DE
“CHINO” O
“NEGRO”
MONTAÑO…
Con el auspicio de:
#wjconsorciojuridico #widenjamesrivero #kikesport #lalelilolu
De él poco se habla, es simple:
No da motivos.
Un tipo serio pero amable donde sea, padre, esposo, hijo.
Y antes…
En la cancha no se andaba con payasadas, nada de bailecitos, recortes o tatuajes raros.
Y mucho antes…
Siempre lo recuerdo de aquella noche, cuando él apenas tenía como diez u once años.
Flaco, largo y con esa mirada de pelau de barrio, criado con mote y asadito colorau.
Fue su tío, un pelau llamado Felix Montaño a quien le decíamos “Chino” en la escuela.
Otros le decían “Negro”, en la época en que nadie lloriqueaba por un apodo.
“Él es mi sobrino, es tahuichero”.
-dijo Chino.
Fue la noche en que íbamos a la casa de unas peladas, por la zona del Club Hípico.
Y claro…
Verlo con la polerita de Tahuichi me trajo una reciente nostalgia.
El tío y yo teníamos casi dieciocho años en ese tiempo.
Fue la primera vez que lo vi.
Que iba a saber yo lo que se venía, que iba a imaginar que ese peladito flaco con cara e sueño, sería tan respetado en España y el mundo del fútbol con los años.
Ni idea.
Como imaginar que jugaría contra los dos Ronaldo, Cristiano y el gordo.
Ni idea.
Pero así fue…
Primero Blooming, después Santa Fe en Colombia, Valladolid, Villarreal, Celta de Vigo en España y finalmente el DC United.
Buen tipo, serio y estudioso.
“El estudio es la base de todo.”
-siempre le dice a sus hijos ahora.
Se tituló en la universidad José Camilo Sela y cuando dejó el fútbol lo dejó simplemente.
Nada de jugar en Bolivia, para que algún borracho lo ofenda desde la tribuna.
No quiere dirigir porque no quiere, y si estudió fue solo una satisfacción personal, porque ni trabajar necesita.
El fútbol le dio todo, gracias al sacrificio de estar lejos y renunciar a los placeres de la buena vida y la plata.
Siempre repite que se siente agradecido con la vida, manteniendo un perfil bajo, pocas veces en el ojo público.
Y claro…
Recuerda y valora a su familia futbolera, compuesta por padres, tíos, primos.
Pero antes…
Aprendió mucho del pollo Becerica, y recién ahora le da valor a los momentos de gloria deportiva.
Con dieciocho años debutó con la selección en la Copa America de Chile, de la mano de Ramiro Blacutt.
Pudo ser músico, toca el violín, cantó en coros, escucha música clásica.
Veinticinco años de casado, dos hijos con una mujer profesional y con visión de vida le marcó el camino.
Es el mismo peladito cara e sueño que conocí, cuando él tenía diez u once añitos.
Pocas veces nos vemos, pero cuando sucede es grato, porque sigue siendo el mismo buen tipo de los comienzos.
Hoy, es una de nuestras pocas leyendas.
Gracias por tanto J.M.
El ESCRIBIDOR.
Fuente: Párraga Jose – El ESCRIBIDOR