Violencia y victimización: La receta repetida de Evo Morales en Bolivia

 

En 2019, Bolivia vivió un conflicto tras las denuncias de fraude electoral contra Evo Morales. Liderados por Luis Fernando Camacho, miles de ciudadanos salieron a protestar de forma pacífica en todo el país, lo que llevó a la renuncia de Morales y de su línea de sucesión, hasta que la presidencia cayó en Jeanine Áñez.

 



Hoy, Morales vuelve a convulsionar el país, esta vez con bloqueos violentos, explosivos y armas de fuego para exigir la renuncia del presidente Luis Arce, su propio sucesor y partidario.

 

-El Caso del «Golpe de Estado» y la Persecución Judicial:

 

A raíz de su renuncia en 2019, Morales promovió una narrativa de «golpe de Estado» para enjuiciar a sus opositores. Bajo este argumento, tanto Camacho como Áñez han enfrentado juicios, en los cuales sus derechos han sido vulnerados. Uno de los actores clave en esta persecución fue el mismo Luis Arce, quien en su rol de presidente ha obedecido las órdenes de Evo Morales (jefe de su partido) de judicializar las protestas de 2019.

 

Recientemente, Lidia Patty, una de las denunciantes en el caso del «golpe de Estado», reveló que Morales le pidió retirar la denuncia. Esta solicitud pone de relieve una realidad innegable: Morales sabe que cualquier acusación de las que ha mandado a formular contra sus adversarios, puede volverse en su contra si es juzgado con el mismo criterio que se aplica a sus oponentes.

 

-Doble Estándar en la Justicia: Áñez como Arce y La Reacción Frente a la violencia:

Durante el gobierno de Áñez en 2020, el país vivió violentos enfrentamientos con simpatizantes de Morales. Estos enfrentamientos terminaron en la muerte de varios ciudadanos, y el uso de la fuerza pública se justificó, según el gobierno de entonces, como un intento de restablecer la paz y la estabilidad. Sin embargo, Jeanine Áñez enfrenta hoy una acusación por genocidio debido a estos hechos, un cargo polémico que parece más político que judicial.

 

Actualmente, el gobierno de Arce enfrenta una situación similar: bloqueos y protestas liderados por seguidores de Morales que recurren a armas de fuego y explosivos. Sin embargo, Arce hasta el momento no ha ordenado el uso de la fuerza letal para contener a estos manifestantes, aunque los riesgos para la policía y los ciudadanos son cada vez más altos. Recientemente, un policía perdió una pierna debido a un cartucho de dinamita arrojado por manifestantes. La escalada de violencia deja a Arce en una posición compleja y paradójica: se encuentra atrapado en un escenario en el cual, para restablecer la paz, podría verse obligado a recurrir a la fuerza, lo cual lo pondría en una situación similar a la de Áñez y la abriría a posibles acusaciones futuras.

 

-Evo Morales y la Receta de 2019: La Violencia como Herramienta de Desestabilización.-

 

A estas alturas, no es posible ignorar el patrón de Morales, quien, lejos de buscar soluciones pacíficas, parece repetir la receta de 2019. Las protestas actuales se caracterizan por un uso de la violencia extrema con dinamita y armas de fuego, una estrategia que no busca el diálogo ni el consenso, sino imponer por la fuerza la agenda política de Morales. Irónicamente, aquellos que alguna vez denunciaron un “golpe de estado” no dudan hoy en recurrir a tácticas que exponen a Bolivia a una crisis aún más profunda y que podrían desencadenar las mismas respuestas que Morales tanto ha criticado en el pasado. Cabe resaltar que Evo Morales enfrenta un juicio de reproche en el Perú, donde Parlamentarios y líderes peruanos acusan a Evo Morales de alentar protestas contra la presidenta Dina Boluarte y promover manifestaciones violentas que se encaminaban que la presidenta Peruana renuncie a su cargo. Situación que dejó varios muertos en el vecino país.

 

Vemos que Evo Morales emplea la misma receta de violencia y victimización una y otra vez instrumentalizando y sacrificando al movimiento campesino.

 

-El Futuro de Bolivia sin Justicia ni coherencia:

 

La situación actual demuestra una preocupante inconsistencia en la aplicación de la justicia en Bolivia, pero en algún momento la vara que midió la actuación de Añez y Camacho será la que mida a Evo y Arce, debiendo en su momento ser ellos quienes se sienten en el banquillo de los acusados por los actos de hoy. Bolivia necesita una justicia imparcial, que destierre el sistema legal selectivo con el que ahora vivimos, que responde a intereses políticos.

ppDRtv

Fuente: Facebook Nadia Beller