El malentendido del Presidente

Arce, es pensar que su triunfo electoral constituye un poder ilimitado, no un mandato democrático. En todo el país y, de manera indisimulada, en Santa Cruz…

Se trata de un malentendido que parte de un antecedente previsible: los gobiernos sucesivos de Evo Morales. Sobre todo en el periodo que va desde el año 2009 hasta su caída, el año 2019…

Y el malentendido radica, precisamente, en una lectura deficiente de lo que sucedió en aquellos 21 días del año 2019, que derivaron en la renuncia de Morales. Porque se puede concebir que la “viveza criolla” (mestiza y no tan mestiza), de dientes para afuera, insista en postular la acrobacia de “El Golpe”; pero lo increíble es que entre cuatro paredes no se haya digerido lo ocurrido en toda su magnitud… No tanto por un principio elemental de integridad moral, sino por una necesidad política de ubicación intelectual…



El significado más importante de los 21 días es psicológico: consiste en la recuperación de las libertades ciudadanas, que habían sido secuestradas por la oscura metafísica de “El Estado”; no fue una conspiración tramada en los círculos de Poder, que se encontraban a gusto en su zona de confort con Evo Morales, sino una gesta espontanea de la gente sencilla…

El punto de inflexión fue la manipulación de los resultados electorales (EL FRAUDE); ese fue el límite para la tolerancia de un pueblo que inclusive había llegado al extremo de aceptar una innovación Constitucional a escala mundial: “El Derecho Humano a la Reelección Indefinida”

En ese contexto, el Presidente Arce asume el gobierno bastante confundido. Su triunfo resonante, la pobre gestión transitoria y la torpeza de no tener una sola candidatura alternativa, lo hacen perder de vista dos consideraciones inseparables: 1) La gente que votó por él no votó por Evo Morales. 2) La gente sencilla que salió el año 2019 a recuperar sus libertades ciudadanas puede volver a salir el año 2021…

Con ese marco de referencia, escribí el 7 de octubre en este Muro, “La oportunidad del Presidente Arce”. Lo que planteaba es que Arce no debería seguir la agenda de Evo Morales, basada en el nacionalismo policial y la estrategia de la confrontación…, y concluía con una incógnita a despejarse en la conducta inmediata del Presidente: “¿Entenderá este momento como una nueva oportunidad democrática o insistirá en la faz más antidemocrática del régimen de Morales?”

El mayor costo político es el costo tiempo. Hoy parece que ese Artículo se escribió hace mucho, no hace poco más de un mes; ya hay un muerto que no es “camba” (hago la aclaración, porque supongo que para el gobierno no cuenta un muerto si es “fascista”), una foto de un policía asustado que apunta a un muchacho indefenso (que recorre el planeta virtual) y ocho de nueve departamentos cada vez más indignados (Pando todavía sufre el impacto psicológico de la brutal intervención del Régimen de Morales)…

Mientras tanto, el Presidente Arce sigue jugando con fuego (aunque más nervioso que hace una semana, hay que reconocerlo), porque en vez de promover un diálogo franco y abierto que incluya a los diversos escenarios en conflicto, prefiere ensayar la antiquísima estrategia de “dividir para gobernar”, invitando sólo a uno de los sectores en pugna, con el retorcido afán de ir aislando a Santa Cruz…

La oportunidad del Presidente Arce ya no es tan limpia como hace un mes. Pero todavía está a tiempo de no ensuciarse más…

Fuente: Roberto Barbery Anaya.