Esta confitería es una reliquia porteña. Se llama La Ideal. Es un testimonio del apogeo argentino. Fue inaugurada el año 1912. Sí, hace hace 113 años. Por acá pasaron figuras de los Rolling Stones, Borges, Yoko Ono, Maradona, estrellas de Hollywood.
La Ideal cobijó durante mucho tiempo a la alta alcurnia bonaerense. Luego Argentina fue perdiendo brillo y La Ideal lo fue sintiendo. La convirtieron en un salón de tangos. Y siguió el declive. Hasta fue convertida en una sala de fiestas electrónicas. No quiero ni imaginarme que hasta alguna vez pudo haber sonado un reggaetón debajo de esos vitrales italianos del siglo XIX.
Fue duro. Hasta que cerraron La Ideal.
Pero Buenos Aires no podía perder uno de sus más bellos y distinguidos íconos. No podía quedarse sin una confitería emblemática de la que todos los presidentes argentinos pedían sus deliciosas facturas. Por eso La Ideal un día resurgió como el Ave Fénix.
El año 2022 un grupo de socios puso las ganas y la plata y reabrieron La Ideal. Con todo el esplendor de sus inicios. Restauraron sus vitrales, sus columnas, sus arañas francesas, su distinción y su magia.
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Acá comimos hoy con Claudia y con mis hijas Cho y Nené. A mí me encanta venir siempre. Y quería que mis hijas conocieran este sitio. Por supuesto que les encantó. Acá se come mientras desde un mezanine un pianista aumenta el deleite tocando Por una cabeza, Adiós muchachos, la novena sinfonía de Beethoven, Las cuatro estaciones de Vivaldi (sobre todo la primavera) o una versión de Perfect de Ed Sheeran.
Nos cuesta juntarnos, Cho vive en Santiago de Chile, nosotros en Santa Cruz y todos tenemos agendas recargadas. Por eso cada que nos vemos queremos convertir ese encuentro en un momento especial, digno de recordar.
Hoy lo logramos. Claudia, Nené y yo seguimos esperando que llegue esta noche para ver a Sabína y que se haga la medianoche para festejar el cumpleaños de Cho.
Fuente: Pepe Pomacusi Periodista