Eran tiempos de Unitel. Yo llegaba del trabajo cansado y mi Cho me saludaba, ya rendida por el día, y se dormía. Solo necesitaba ponerme una mano sobre mi brazo para saber que yo no iba a volver a salir. Era su control. Con eso dormía tranquila. Los hijos son lo mejor que hay en la vida.
Fuente: Pepe Pomacusi Periodista