Dejemos de solo aplaudir a El Deber y comencemos a apoyarlo de verdad. Nadie vive de aplausos. Hay que suscribirse. Hay que pagar por su contenido que apunta siempre a ser serio, responsable y un faro en medio de tanta oscuridad.
Santa Cruz no puede perder su gran diario de referencia. ¿Saben lo que vale la información de un diario que alumbra en medio de la oscuridad?
Las redes sociales son muy importantes, nos permiten a todos expresarnos, han democratizado la información. Pero, es innegable, en esas redes sociales hay también mucha mentira y mucha desinformación.
En esas redes sociales hay mucha búsqueda de viralidad que no repara en la responsabilidad, en el bien común ni en los valores de la democracia y la sana convivencia en sociedad.
Por eso debe ser una prioridad de Santa Cruz y del país, mantener vivo este faro que es El Deber. Todas las grandes ciudades tienen un gran diario. Todos los países tienen lo que se llaman los diarios de referencia, esos que tienes que revisar sí o sí para ver si algo es verdad o mentira.
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En otros países los medios serios, responsables, veraces y orientadores se mantienen con suscripciones y, muy importante, con aportes voluntarios de ciudadanos que valoran la verdad, la seriedad y la responsabilidad de los medios de referencia.
“Pero es que El Deber se equivoca”. Es cierto, todos los medios del mundo se equivocan. Los medios son obras humanas, son falibles, la infalibilidad es solo divina.
Lo importante es que El Deber no vive equivocándose, no lo hace a propósito y sus aciertos ya aportes al país, a la comunicación y a la democracia superan largamente sus yerros.
Se equivoca el Washington Post, se equivoca el País de España, se equivoca el Ashahi Shimbum de Japón, se equivoca El Tiempo de Colombia. Pero es muchísimo más lo que alumbran que lo que oscurecen.
Si solo tuviéramos redes sociales, viviríamos en las tinieblas de los desinformadores. Las redes sociales son lo mejor para los buenos ciudadanos que necesitan expresarse, protestar o aplaudir. Pero son un arma asesina de valores, sana convivencia y democracia para los traficantes de bajos intereses, para los interesados en manipularnos para manejarnos o beneficiar sus egoísmos.
Larga vida a El Deber, mucha fuerza a la memoria de don Pedro Rivero y mucha lucidez y mucho ímpetu a su familia, que enfrenta cambios tecnológicos duros, desafiantes y peligrosos procurando no apartarse de los ideales de su fundador.
No es fácil, no los dejemos por nosotros,solos. No lo hagamos solo por ellos, hagámoslo por nosotros.
Fuente: Pepe Pomacusi Periodista