LA DIGNIDAD NO SE NEGOCIA Y LA INTIMIDAD NO SE EXPONE…

Lo que ha ocurrido no solo es una violación brutal a la privacidad, es un espejo de la miseria humana que se esconde detrás del morbo, la doble moral y el odio disfrazado de opinión. Compartir, difundir y hacer escarnio de un video íntimo sin consentimiento no es entretenimiento, es violencia. Y quienes lo promueven o lo consumen son cómplices.

Indigna la rapidez con la que tantos se convierten en jueces desde sus pantallas, alimentando un espectáculo cruel mientras predican una moral que no practican. Esa hipocresía colectiva endurece a nuestra sociedad y normaliza el daño.

Exigimos responsabilidad, empatía y un alto rotundo a esta cultura del linchamiento. Basta de justificar lo injustificable.



PST

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Fuente: Periodismo Somos Todos