Jaime Paz sabe lo que vale. Y sabe invertir donde la inversión rinde mejor. Sabe regar y s

Jaime Paz sabe lo que vale. Y sabe invertir donde la inversión rinde mejor. Sabe regar y sabe esperar y sabe disfrutar los frutos de su cultivo. En esta imagen, el ex presidente 1989-1993, entre sus hijos Jaimiño y Rodrigo, el nuevo presidente.

La llegada de Rodrigo a la vicepresidencia ha visibilizado a la familia Paz. Han quedado expuestos sus rasgos, no los físicos, siempre a la vista, sino los otros, esos que delatan cómo están construidas las personas.

Ha sido agradable verlos. Hasta inspirador, para padres.



Aparecieron los hijos del ex presidente Jaime Paz Zamora, incluidos los más jovencitos. Hablaron, sorprendieron, impactaron. Con ideas en sus cabezas, con palabras bien puestas en sus bocas, con posturas interesantes ante la vida.

Aparecieron los hijos de Jaimiño, los entrevistaron y llamaron la la atención por su elocuencia, carisma y desenvoltura. Unos chicos simpáticos, con simpatía del alma.

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Aparecieron los hijos de Rodrigo y también sus proezas, como las de Catalina, que a sus 23 años ayudó a construir el triunfo de su padre, desde la comunicación y la estrategia. Para muestra, un botón.

¿Qué tienen que común los herederos de Jaime Paz? Que se nota que él los forma, los educa, los inspira, ayuda a construirse, a elaborarse. A ser.

Y “ser” no es tarea sencilla. Ni realidad frecuente. Menos cuando se es hijo del poder y de la fama.

Una generación construye, la otra derrocha, dilapida, malgasta lo construido. Esto, cuando el creador del patrimonio se enfoca en su mismo éxito y no riega los árboles de su bosque.

Con Jaime parece que la historia es diferente. Él mismo es un seductor por excelencia. Seduce desde el conocimiento, desde el verbo, desde la experiencia, la vivencia y la convivencia.

Y ha heredado eso a los suyos. Que es mejor que heredar bienes, que perecen y desaparecen.

La llegada de Rodrigo a la presidencia ha visibilizado a los Paz. Jaime nos ha dado una lección a todos: hay que darles no solo comida, no solo iPhone, no solo caprichos ni billetes. También, y sobre todo, hay que darles ejemplo, formación, inspiración y educación.

Así los chicos se ven mejor. Y llegan más lejos.

Fuente: Pepe Pomacusi Periodista