Todos con ansias de guitarra, de poesía, de osadía y de algún salud por la vida!
Compartíamos la mesa con el querido Bigotón, atraídos por la cartelera de nuestro amigo Peko Saucedo y su sombrero bombín.
Ese sombrero que Joaquín habrá aprendido a amar de sus años mozos en Londres, donde huyó de ser okupa y esquirol.
“Noche sabinera”, vendía Peko. Y ahí estaba Xabier para escuchar a su cuñado, siempre acompañado por Aracely, su esposa, la mujer y el amor por el que decidió venirse a vivir a Bolivia.
El Bigotón a veces se animaba y también cantaba. Le gustaba Sabina, le tentaba levantarle la falda a la luna, hacer un brindis en el templo del morbo y hablar de Dieguitos y Mafaldas.
=> Recibir por Whatsapp las noticias destacadas
Y si la noche se alargaba, cantarle a las magdalenas, a Chavela y soñar que todas las noches sean noches de boda y que todas las lunas sean lunas de miel.
Ya no habrá más de estas noches, querido Bigotón, tu anunciado último vals ya sonó, aunque tu jeta sigue saliendo en los diarios y en las redes tus mostachos sigan siendo virales.
Llegó el día en que ensayen tus colegas las palabras que dirán el día tu funeral, como diría Joaquín.
Te habrás ido pero no te irás. Siempre habrá un último vals para ti, Maestro!
Fuente: Pepe Pomacusi Periodista
