EL COMPLEJO TEMA DEL FEDERALISMO

Por: Héctor Arce Zaconeta

Agotado su discurso coyuntural, hace algunas semanas el Gobernador de Santa Cruz, lanzó sin ninguna preparación ni reflexión, la antigua idea de discutir el federalismo como “una solución de fondo” ante el “centralismo del MAS”. “El masismo se ha hegemonizado en el Gobierno y juega con toda esa realidad, nos miente, nos divide y nos confronta solo para mantener ese poder en el centralismo” dijo muy suelto de cuerpo, queriendo confundir organización del Estado con atribuciones de gobierno. Aquí algunas reflexiones y datos históricos sobre como el tema del federalismo en más de una ocasión fue usado como pretexto para fines oscuros mezquinos y sectarios, antecedentes que de seguro desconoce el atribulado gobernador.

Bolivia desde su fundación sobre la base de las cuatro provincias alto peruanas, que formaron la Real Audiencias de Charcas, tuvo un tema irresuelto que nos acompañó durante los primeros 180 años de nuestra vida republicana, la organización territorial del Estado, el fuerte debate entre centralistas y federalistas, fue una constante durante casi dos siglos y fue usado como excusa para la movilización y la asonada militar en más de una ocasión. Basta recordar los debates entre Lucas Mendoza de la Tapia y Evaristo Valle en la segunda mitad del Siglo IXX.



El tema del Federalismo fue utilizado por los liberales a la cabeza de José Manuel Pando para derrocar a la hegemonía conservadora en la denominada Revolución Federal de 1899, una de las dos guerras civiles que vivió Bolivia. Bajo este argumento Pando había hecho tres grandes promesas para conmocionar al país y lograr acabar con el conservadurismo del presidente Severo Fernández Alonzo, las tres terminarían en graves traiciones. La primera promesa fue el convertir al país en un Estado Federal, concluido el enfrentamiento, Pando archivó la reforma en la Asamblea que se formó en diciembre de 1989, con el voto dirimidor de su afín Lucio Pérez Velazco. Los liberales se habían opuesto tenazmente a que los denominados Tratados de Transferencia suscritos con Chile el año 1895, que eran favorables para Bolivia entren en vigor, ellos planteaban la recuperación del litoral boliviano por la vía de las armas, una vez en el poder paradójicamente fue le liberal Ismael Montes, sucesor de Pando quien suscribió el ignominioso Tratado de 1904 con Chile, así se consolido la segunda traición de los liberales. Finalmente, la traición más grande fue sin duda contra los indígenas, que a la cabeza de Pablo Zarate Wilca, fueron utilizados para los fines políticos de los liberales. No se les concedió las reivindicaciones prometidas y a mas de ello, “Zarate el temible Vilca” fue asesinado en su traslado de Oruro a La Paz, disque en plan de fuga.

El 11 de enero de 1931 se dio en Bolivia un hecho sin precedentes, por primera vez en nuestra historia, se llevó adelante un “Referéndum Popular” en dicho acto democrático inédito, hasta ese entonces, se aprobó junto con otras ocho reformas, la Descentralización Político-Administrativa del Estado, sin embargo, esta reforma fue la única postergada por el presidente Daniel Salamanca, supuestamente por la inminencia de la guerra del Chaco. Nuevamente Bolivia mantendría un sistema de organización territorial fuertemente centralista.

En la década de 1970, la lucha por las regalías petroleras departamentales a la cabeza del departamento de Santa Cruz, mostraron una vez más la necesidad de una reforma en la organización territorial. Décadas mas tarde, la reforma constitucional de 1995, aprobó una tímida y escueta reforma que establecía una falaz descentralización administrativa, de la cual derivó la Ley 1654 que hizo un remedo absurdo de descentralización, que no implicaba facultad legislativa para los departamentos, menos elección democrática de autoridades departamentales, manejo efectivo de sus recursos y mucho menos competencias y facultadas concretas.

Así planteadas las cosas, era obvio que este tema tendría una gran relevancia en el proceso constituyente refundacional que vivió Bolivia el año 2006 y lo tuvo para bien de la Nación. Empero más allá del legítimo reclamo planteado, el tema fue abiertamente utilizado una vez mas para enfrentar oriente y occidente con fines políticos poco claros de las elites que tradicionalmente habían gobernado la Nación y que no aceptaban un cambio proveniente de un gobierno indígena. Así surgió el falso debate entre autonomistas y centralistas no solo al interior de la Asamblea Constituyente, sino en todo el escenario político, cuando en realidad no había razón para ello. Bolivia iba a cambiar para bien su sistema de organización territorial.

La constitución boliviana creó un innovador sistema jurídico – político con cuatro niveles de autonomía, la más importante la autonomía departamental que importó en realidad la nueva forma de organización territorial del Estado. Por primera vez el nivel central cedió poder a los departamentos, no solamente en cuanto organización política, eligiéndose directamente a autoridades ejecutivas y legislativas a nivel departamental, sino también en cuanto a organización económica a través de un catálogo de competencias exclusivas, compartidas y concurrentes que fue la clave para generar una autonomía ordenada y racional para el Estado.

Los gobiernos municipales resultaron fortalecidos con la nueva constitución por varias razones, su sistema democrático de conformación fue ampliamente mejorado poniendo como ejemplo solo el hecho de la elección de alcaldes y concejales en listas separadas, adquirieron capacidad legislativa en el ámbito de sus competencias. En los hechos los municipios, principalmente rurales, adquirieron un gran rol protagónico, no solo por el nuevo marco constitucional, sino porque se convirtieron en el eje de una serie de políticas sociales características de un Estado Social.

La autonomía regional se tradujo en un acto de justicia, de equilibrio y de igualdad para sectores como el Chaco Tarijeño, que desde hace más de un siglo pretendió con justeza y razón tener un mayor grado de autodeterminación, sin dejar de pertenecer a la estructura de nueve departamentos, la autonomía regional con capacidades ejecutivas trajo paz y unidad a las regiones, ratificando la existencia solamente de nueve departamentos como manda el texto constitucional. La Autonomía Indígena Originaria Campesina, aún en proceso de desarrollo fue la base para que los municipios por voluntad propia puedan convertirse en Autonomías Indígenas adquiriendo capacidad de autogobierno en base a los usos y costumbres como fuente del Derecho Indígena.

Finalmente, en el marco de esta nueva forma de organización territorial adquirió gran importancia el referéndum como mecanismo de democracia participativa. Fue introducido para la aprobación de Estatutos Autonómicos, Cartas Orgánicas, la conversión a las autonomías y la toma de la decisión final sobre los conflictos limítrofes entre otros.

Consecuentemente lo que corresponde ahora, no es hablar por hablar, no es tratar de confundir, no es hacer lo que se hizo tantas veces en Bolivia, usar un pretexto para fines espurios.

A la luz de la lógica, la razón y la verdad, hoy Bolivia tiene un modelo de organización territorial que mas allá de como lo denominemos, es más justo, liberador, genera amplias capacidades para los departamentos y lo más importante nos hace una Nación mas firme y unida. Lo que corresponde es continuar implementando este modelo adquirido por la voluntad del pueblo y en todo caso perfeccionarlo. El debate esta abierto.

Fuente: Detrás de la Verdad