El modelo cruceño con siglos de vigencia trasciende a sus propias recuas del inframundo y a los políticos impresentables de las lagunas de oxidación.
El modelo cruceño es un modelo mental. Un weltanschauung. Una forma de relacionarse con el prójimo, una visión del progreso, un singular trato con propios y extraños. Tiene una forma de verse dentro de Bolivia y ve Bolivia con óptica distinta al resto.
Los cruceños en el ejercicio de su modelo mental no son de ninguna manera iguales a los collas ( su contraparte y complemento en la conformación de la bolivianidad ) , tienen su única forma de relacionarse entre ellos, con el entorno y con “lo otro”. Su carácter individualista, osado , iconoclasta, emprendedor, sin chompa y sin cuentas pendientes con el pasado lo liberan de esas cargas que llevan las culturas decadentes ancladas en mitologías arcaicas, y le allanan el camino que han emprendido las sociedades que ven al mundo sin taras ni complejos y quieren formar parte del espíritu de los tiempos universales.
El modelo cruceño es en realidad un antimodelo porque es imposible de encasillarlo y modelizarlo ; su dinamismo va más rápido que las descripciones que se vuelven obsoletas nada más formularlas. La fortaleza de “la gesta cruceña” queda demostrada en su condición de antifrágil. Ha podido incorporar, asimilar y trasformar la avalancha migratoria de cientos de miles en uno de los éxodos más importantes , largos y sostenidos dentro de un país latinoamericano y seguimos perfectamente diferenciados con la vecindad inmediata.
Dicho esto quien quiere encasillar la gesta cruceña , denostarla, minimizarla es que no la comprende. Como nosotros no entendemos muy bien a los Qaqachacas. Etiquetar un fenómeno de siglos, de masas y de transformación es una imposibilidad para un sujeto.
Los proyectos totalizadores quieren ser homogeneizadores. Les sugiero para mejor comprensión se hagan su propia pasteurización.