…pero la Cultura persigue con rencor al que se atreve a pensar. Tal vez por eso los filósofos y los poetas clásicos se e

…pero la Cultura persigue con rencor al que se atreve a pensar. Tal vez por eso los filósofos y los poetas clásicos se encuentran en el Infierno de Dante – ¿no dice el mismo Dante que la inteligencia se reduce a ver a la Divinidad?; ¿no propone la exégesis religiosa que están en el Infierno porque literalmente son anteriores a Jesús?; ¿no desaparece el alma musical de Virgilio en la puerta del Paraíso?

Y se trata, por lo demás, de un “destino común” para los que pretenden ir más allá de los confines de la ignorancia, aun por encima de las tradiciones religiosas y mitológicas – ¿no pregunta Atenea a Zeus, desde el Primer Canto de la Odisea, si tiene algún rencor contra Ulises por no haber recibido de él ninguna ofrenda en su honor? La desgracia se cierne también sobre Ícaro y Prometeo. Y en la leyenda del Golem – y en la expulsión del Paraíso, ciertamente, y luego, “literalmente”, en las piras de la Santa Inquisición…

Ulises se atreve a navegar más allá de las Columnas de Hércules y Dante lo ubica en el Infierno…



Quizá por ello Camus se planteó ir de Prometeo a Némesis; de robar la chispa Divina a la mesura – ¿habrá sentido en algún momento el vértigo de volar alto, de volar solo? Y en una trama reciente en la que se insiste en el antiguo desvelo de encontrar “El orden del caos”, un matemático enloquece…

Parece que no se piensa sin castigo. Ni siquiera en la conciencia secular.

Nietzsche firmó algunas de sus cartas como “El crucificado”, antes de perderse en la niebla de sus últimos días…

El mismo Camus recuerda que Sísifo fue condenado a levantarse y a caer por toda la eternidad, cargando una roca enorme sin llegar nunca a la cima de una montaña, porque su comportamiento fue impropio con los dioses – Ulises lo vio en el Hades…

Freud observa que los excesos de la conciencia crítica pueden destruir al individuo llevándolo al extremo de la muerte; Lacan, que son el origen de las enfermedades psíquicas; Barthes, que aquel que se detiene a reflexionar, es “un desecho de la sociedad”, algo así como una suerte de residuo incómodo, de basura indiscreta, que se preferiría “limpiar”, ¿no?

Borges imagina en “Etcétera” que un sabio que no está en el Cielo sólo conserva de su casa en la tierra el sillón, la mesa, las hojas de papel y el tintero. La gente que lo entiende no tiene rastro.

El Señor K termina comprendiendo al final la naturaleza kafkiana de “su culpa”: preguntar (se)…

Tiresias recibe la ceguera física en retribución por la sabiduría.

Y se queda en el Hades.




Fuente: Roberto Barbery Anaya.