En el imaginario político de Rusia no es extraño usar el término “Vozhd” para referirse a Vladímir Putin, y no es raro advertir que su equivalente en alemán es “Fuhrer”, la voz que reemplazó de manera oficial al Presidente en tiempos de Hitler; la sustitución, por cierto, no es anecdótica: “Jefe” o “Caudillo” es una manera contundente de plantear que los valores democráticos de una República son cambiados por los ejes verticales de una Autocracia…
Pero, ¿cómo aspirar a ser autócrata cuando la nobleza zarista ya no gobierna? Bueno, siguiendo la trayectoria más elocuente de la burocracia, que es “la nueva forma tradicional” de ascender que adopta Rusia después de la Revolución Socialista de 1917… ¿Y cuál sería esa trayectoria más elocuente? La KGB: es decir, la Policía Secreta, en la que sirvió Putin como Agente antes del fin de la Unión Soviética…
Podríamos dejar el análisis aquí. Pero hay más elementos para no desperdiciar: ¿cómo llegar a ser un “Vozhd” después de la Caída del Muro? Bueno, poniendo mayor énfasis en el nacionalismo ruso, que no pierde vigencia a través de los de los regímenes y de los siglos, para llenar el vacío que dejó en el discurso el colectivismo en crisis…
Luego viene la “Reforma Constitucional” para perpetuarse en el Poder, en efecto…
Finalmente, en la consolidación definitiva del Vladímir de este siglo, vienen los éxitos militares, siguiendo el modo Histórico de dominación rusa: la ocupación territorial…
Fuente: Roberto Barbery Anaya.